lunes, 10 de julio de 2023

Loca Por Tí: Capítulo 20

Pedro pensó que los tres Devereaux eran increíblemente arrogantes. Gonzalo, Brenda y Paula no eran así en absoluto. ¡Y eso que los que tenían el dinero y una casa impresionante eran ellos! A Paula le tocó acompañar arriba a sus tíos y a su prima. Conocían de sobra la casa y fueron directamente a las habitaciones que solían ocupar cuando iban por allí. Nadia Devereaux asintió con aprobación al ver su suite. Menos mal. Karen siguió andando por el pasillo hacia la suya. En cuanto entraron y se quedaron a solas, se giró hacia su prima.


–¿Por qué no me habías dicho que iba a estar aquí? –le espetó.


–¿Quién? –contestó Paula como si tal cosa.


–Alfonso–insistió Karen–. ¡Por Dios, Paula, no te hagas la tonta! ¡Es guapísimo!


–¿Ah, sí?


Karen ignoró el comentario.


–Es el hombre más guapo que he visto en mi vida. ¡Y qué voz tiene! Madre mía, es para derretirse. Además, es rico, claro –afirmó–. Un argentino con tanta clase tiene que ser rico a la fuerza.


–Sus padres lo son –contestó Paula.


–¿Cuánto lleva aquí? –la interrogó Karen en tono acusador.


–¿Por qué lo quieres saber? –le preguntó Paula recolocando el ramo de rosas color melocotón que había en un jarrón.


–Porque han estado solos mientras Gonzalo estaba en Sídney, ¿Verdad?


Ava sonrió divertida.


–Te aseguro que no hemos estado teniendo sexo sin parar – bromeó.


–De tÍ, me lo creo. Serías incapaz de hacer algo así. Sigues teniendo cara de virgen –contestó Karen mirándola con pena–. ¿Cómo va el divorcio, por cierto?


Paula suspiró. Karen nunca había sido una persona agradable. De hecho, se lo había hecho pasar mal en el internado. Menos mal que Brenda siempre había acudido en su rescate como si fuera su hermana mayor.


–Marcos se ha puesto… Difícil –confesó sin mencionar las cartas y los correos electrónicos llenos de amenazas que había recibido–. Está empeñado en que vuelva con él. Dice que es lo que debo hacer.


–Marcos siempre ha sido un encanto –afirmó su prima.


Aquello dolió a Paula.


–¿Y tú qué sabrás? –le espetó–. Como a tí siempre te ha doradola píldora…


–¡Eso no es verdad! –protestó Karen.


–¿Cómo que no? No paraba de hacerte cumplidos –insistió Paula comprendiendo que Karen habría sido mucho mejor esposa para Marcos que ella–. ¿Te importa que dejemos de hablar de él?


–Me parece muy bien –contestó Karen–. Sobre todo, porque no está aquí para defenderse. Además, prefiero que hablemos de Pedro Alfonso–añadió sentándose en la cama de dosel–. No está casado, ¿No? Si lo estuviera, su mujer estaría aquí.


–Evidentemente, la habríamos invitado también. No, no está casado, pero estoy segura de que tendrá legiones de admiradoras.


–Las sudamericanas son muy guapas –recapacitó Karen mordiéndose el labio–. ¿De dónde lo has sacado?


–¿Cómo que de dónde lo he sacado? –repitió Paula, que estaba disfrutando de lo lindo haciéndose la tonta.


–Muy bien, comprendo, lo quieres para tí, ¿Eh? –dijo Karen poniéndose en pie–. ¿En qué habitación está?


–¿Te vas a colar en su cama? –se burló Paula.


–¿Seguro que sabes a lo que estás jugando, primita?


–¿A qué te refieres? –le espetó Paula poniéndose seria.


–Ten cuidado. Seguro que a Marcos no le haría ninguna gracia enterarse de que has estado sola en Kooraki con el hombre más guapo del mundo.


–¿Me estás amenazando? –le preguntó Paula decidiendo que había llegado el momento de no seguir permitiendo que su prima hiciera siempre lo que le diera la gana–. ¿Se lo vas a decir tú?


Karen se debió de dar cuenta de que se había pasado y retrocedió.


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