viernes, 7 de julio de 2023

Loca Por Tí: Capítulo 13

Paula no podía apartar los ojos de él. Era fuerte y capaz, no se dejaba asustar. Intentó no pensar en lo increíblemente sensual que le resultaba. No necesitaba aquella distracción.


–¿Y qué hacías tú solo por aquí? ¿No deberías estar con los demás? –quiso saber Paula.


Adrián dió un respingo.


–Iba al Six Miles. Por favor, no se lo diga al capataz –imploró.


Paula lo miró muy enfadada y Pedro decidió intervenir.


–¡Monta y vámonos! Te vamos a acompañar. Hay que vendarte las manos o algo. Las tienes desolladas.


–Sí, es cierto –contestó Paula–. Espero que, la próxima vez que un lagarto se acerque a tu caballo, no te pille desprevenido.


–Voy a practicar con la fusta –prometió Adrián recuperando el color en las mejillas–. Espero no haberle estropeado el día.


–De no haber estado nuestro invitado, no sé qué habría pasado –contestó Paula sinceramente–. No sé si yo hubiera podido controlar a tu caballo.


–Lo siento, señora –se disculpó–. Nunca montaré como usted – añadió girándose hacia su salvador.


–¡Ni que lo digas! –exclamó Paula con sarcasmo.


–Muchas gracias –dijo Adrián mirando a Pedro con admiración.


–De nada –contestó Pedro.


–Venga, Adrián, monta –lo instó Paula.


Mientras trotaban hacia la explotación, se preguntó si Adrián llegaría a ser un buen trabajador, pues su falta de atención podía poner en peligro a otros. El chico había pasado de dar las gracias a hacerle todo tipo de preguntas a Pedro sobre Argentina y a insistir en que todo, pero todo el mundo, debería ir a ver el partido del fin de semana para ver cómo montaba de bien. Una vez en casa, Pedro mandó al joven a la enfermería.


–Déjame hablar con él –le pidió a Paula.


–¿Crees que vas a poder insuflar algo de sentido común en esa alocada cabecita? –le preguntó ella con sarcasmo.


–Creo que sí. Sabe que, si Gonzalo se entera, lo despedirá.


–¿No deberíamos decírselo a mi hermano? Te has arriesgado mucho salvándolo.


–Eso es lo de menos –le aseguró Pedro mirándola a los ojos.


–De acuerdo –consintió Paula–. Voy a ocuparme de la comida. Había pensado llevarte esta tarde a las montañas. No todo por aquí son llanuras, ¿Sabes? También tenemos montañas. Es un buen paseo y las vistas son magníficas. Además, hay pinturas rupestres y una hermosa cascada.


A Paula le encantaba bañarse en sus aguas cristalinas, pero le daba vergüenza que Juan la viera en bañador.


–¿Iremos a caballo? –quiso saber él.


–No, iremos en jeep –contestó Paula–. Puede que te deje conducir y todo –añadió sonriendo.


–Vaya, muchas gracias –contestó Pedro con aire burlón y divertido.


A Paula le costó horrores mantener la compostura.

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