miércoles, 19 de julio de 2023

Loca Por Tí: Capítulo 38

La semana siguiente también pasó a toda prisa. Todo el mundo pendiente de la boda. Cada día había más emoción en el aire. Nada como una boda para alegrar a la gente. Aunque el gran día había sido organizado hasta el último detalle, todavía quedaban cosas por hacer. Por ejemplo, meter el vestido de novia, pues Brenda había perdido algo de peso con los nervios. A su madre la habían invitado más por compromiso que por otra cosa, pues todos sabían que se estaba dando la gran vida en Italia. A Marcos Fernández no le habían invitado. Paula y él se estaban divorciando y no de manera precisamente amigable. Él seguía insistiendo en que quería que ella volviera a su lado a pesar de que, cuando estaban juntos, le había dicho muchas veces que no era feliz con ella. No lo comprendía. Como no fuera por su dinero…


La casa estaba llena, las doce suites ocupadas. También estaban llenos los bungalós que había repartidos por la propiedad. Había personas con cajas por toda la casa. Había llegado un cargamento de preciosas flores desde Sídney junto con un florista y su equipo. Los músicos también habían llegado ya. El sábado por la mañana se esperaba la llegada en avión de los responsables del catering. La ceremonia, que iba a tener lugar en el jardín, daría comienzo a las cuatro de la tarde, cuando hubiera pasado el calor. Gonzalo y Brenda se iban a dar el sí quiero bajo un cenador del siglo XVIII de pilares de piedra y delicada cúpula blanca. Cerca del cenador habían puesto varias urnas enormes con orquídeas blancas traídas desde Tailandia. No habían reparado en gastos, pues aquel evento era muy especial, una boda que iba a unir a un hombre y una mujer para el resto de sus vidas. El padrino y los dos testigos de Gonzalo habían llegado en el avión privado del primero. Las otras damas de honor de Brenda llegarían el viernes y esa misma noche habría una fiesta de despedida de solteros. El baile sería en el Gran Salón, un edificio exento construido para tales propósitos. Habían previsto una barbacoa de celebración para los empleados de Kooraki que tendría lugar al mismo tiempo que el banquete de bodas porque les parecía que la ocasión lo merecía y querían que todo el mundo participara de su felicidad. Brenda había elegido un peinado muy sencillo y apropiado para la estación. Ella misma había elegido para sus tres damas de honor vestidos en los tonos pastel de las hortensias, sus flores predilectas. Así, Paula iba a ir de malva, un color que le sentaba estupendamente, y Lara y Agustina, de azul y rosa respectivamente. Ella iba a llevar un precioso vestido color marfil con pedrería cosida a mano. Iba llevar los brazos descubiertos y corona de flores. Sus damas de honor, también. Todas iban a llevar el pelo suelto. La verdad era que entre las cuatro lo habían elegido todo y se habían entendido muy bien. Era una suerte que todas fueran altas, delgadas y tuvieran el pelo largo. Brenda había dejado claro desde el principio que no quería una gran boda, sino un día veraniego de fantasía, una boda romántica.

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