lunes, 24 de julio de 2023

Loca Por Tí: Capítulo 41

Y ahora se había enamorado perdidamente de un hombre que tenía que volver a su país y a su vida. Aun así, no había podido evitar entregarse a él abiertamente. No podían dar marcha atrás. Pedro quería estar con ella, la deseaba, lo tenía claro, pero también era evidente que debía pensar en la familia que había dejado en Argentina. Seguro que sus padres tenían planes para él, su único hijo varón. Seguro que jamás aceptarían a una mujer divorciada que ni siquiera hablaba español. Paula se preguntó si, cuando su madre se había fugado con su padre, hablaría español. Aunque ella era estadounidense y él argentino, no parecía que hubieran tenido problema para entenderse…


Los recién casados se marcharon hacia Sídney a las siete de la tarde, pues tenían vuelo desde allí a Singapur a la mañana siguiente, donde se iban a quedar unos días antes de poner rumbo a Londres, la primera capital europea en la que se iban a hospedar. Aquella fue la señal para que la fiesta pasara a otro nivel. Nadie se quería ir, todos se lo estaban pasando a las mil maravillas. Los mayores se retiraron a la casa principal en animada conversación y los menores de cuarenta se dispusieron a pasarlo en grande. Se rieron mucho, ligaron más y, por qué no decirlo sinceramente, bebieron a buen ritmo mientras bailaban al son de un grupo que se fue animando a medida que transcurría la noche. Los integrantes del grupo musical también lo estaban pasando bien. Les habían dado bien de cenar y de beber y no parecían tener prisa por irse. Pedro echó su silla hacia atrás. A lo largo de la velada, se le habían acercado varias mujeres guapas, pero ahora agradecía poder estar un rato solo… Y poder aprovechar para observar a Paula, que bajaba en aquel momento las escaleras con su elegante forma de andar y su aire romántico, realzado por el vestido malva que había elegido. Se había quitado la diadema plateada con flores que llevaba durante la ceremonia. Dev le había regalado a cada dama de honor un collar que hacía juego con su vestido. Pedro suponía que les había encantado y que lo guardarían con cariño. Se trataba de un colgante en forma de lágrima de una piedra semipreciosa con cadena de oro blanco. Amatista para Paula, cuarzo rosa para Lara y topacio para Agustina. Todas estaban preciosas, con las melenas al viento, sus colgantes y diademas y sus vaporosos vestidos. Había bailado varias veces con Lara y con Agustina y estaba esperando a hacerlo con Paula, que estaba siendo tan esquiva como una ninfa del bosque. Se giró hacia la escalera y se estremeció. No podía ser, pero era. Karen iba hacia él.


–¡Hola! –lo saludó acercando una silla y sentándose.


Iba muy elegante con su vestido blanco y negro, pero Pedro sintió hostilidad hacia ella. No le solía ocurrir aquello con las mujeres, pero con Karen no lo podía evitar.


–Bueno, todo ha salido muy bien, ¿Verdad? –comentó ella con una gran sonrisa–. Lo raro es que Brenda le haya tirado el ramo de novia a Paula –añadió de manera venenosa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario