viernes, 31 de marzo de 2023

Una Esperanza: Capítulo 58

Paula respiró con alivio cuando llegaron a Devon. Ya faltaba poco para llegar a casa. Pero entonces Pedro hizo que diera un respingo cuando al cambiar de marcha le rozó el muslo. Notó cómo su piel se calentaba donde él acababa de tocarla. Lo miró, parecía concentrado en la carretera, pero volvió a hacerlo. Lo miró de nuevo y con intención, dejándole saber que no la había engañado, que sabía que lo había hecho a propósito. Él le contestó con una amplia sonrisa. Se volvió para mirar a Valentina, que tenía la cabeza baja mientras hacía algo con su MP3. Eso hizo que se relajara de nuevo. Lo que no sabía era que hacía tiempo que se habían gastado las pilas del aparato. Cuando dejó de mirar, Valentina levantó la cabeza y sonrió con picardía.


–¡Valentina!


Al ver pasar a Pedro corriendo por la cocina, Paula tiró el paño de cocina y salió tras él. Lo siguió hasta el pequeño muelle de la casa. Heather estaba dentro de la barca que había allí atada y estaba intentando desatarla.


–¡Valen! ¿Qué se supone que estás haciendo?


–Quería ir a explorar por el río. Hace un día genial –repuso la niña con descaro.


–¿Es que no te acuerdas de nada de lo que te digo? No sé cuántas veces te he dicho que no puedes meterte en la barca y mucho menos salir tú sola en ella.


Valentina gruñó, pero hizo lo que le decían. Pedro y Paula entraron de nuevo en la casa.


–Es muy independiente –le dijo él.


–Ya lo he notado. Pero no es tan mala idea, ¿No?


–¿Que no? No aprendas de ella, por favor. No creo que pueda con dos mujeres así en mi vida.


–No –repuso ella acariciándole el brazo–. Me refería a lo del paseo en barca. Podría preparar una merienda y pasar el día en el río.


–No sé –repuso él mirando el cielo.


–Venga, nos vendrá bien salir de la casa y pasar tiempo los tres juntos.


–Muy bien.


Paula se dirigió a la cocina y empezó a prepararlo todo. Habían tenido algunas citas desde que volvieran de Londres. Y no habían mentido a la niña. La primera vez fue cuando una compañera de clase la invitó a ir a jugar a los bolos. Su padre le dijo que él y ella aprovecharían para ir a algún sitio a cenar. Querían que la niña se acostumbrase a la idea de que los dos pasaran tiempo juntos y no como niñera y jefe. Tenían que ser pacientes y establecer los cimientos para que, cuando por fin le dijeran a Valentina que querían estar juntos, no fuera una conmoción. Si querían que lo suyo funcionase a largo plazo, la niña iba a tener que aceptar la idea de que ella viviera allí y no como niñera, sino como… ¿La esposa de Pedro? Ninguno de los dos había hablado de matrimonio, pero se imaginaba que hacia allí se dirigían. Él aún no le había dicho con palabras que la quería o que deseaba casarse con ella, pero creía que estaba implicado en todas sus conversaciones. Lo suyo no era sólo una aventura. Pensó en lo que sería casarse con él. Se sentía entusiasmada con la idea, pero también asustada. Llevaba un mes viviendo una situación ideal, pero no sabía si las cosas seguirían así. No soportaba la idea de que su historia fracasara.

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