miércoles, 8 de marzo de 2023

Una Esperanza: Capítulo 14

Pedro ni siquiera la miró cuando respondió. De hecho, parecía incluso sentirse algo ofendido al ver que ella se había atrevido a preguntarle.


–Voy a dejar a Valentina en casa de Guadalupe Allford. Después tomaremos el ferry e iremos a por tu coche.


–¿Tomaremos? –repitió ella.


–Sí, no quiero que mi nueva niñera se pierda de nuevo y acabe en Cornwall cuando es aquí donde la necesito. No voy a correr ese riesgo.


Paula lo miró para ver si estaba bromeando. Pero estaba tan serio como de costumbre. La trataba como si fuera una niña pequeña. Si era así como trataba a Valentina, no le extrañaba que tuvieran tantos problemas de comunicación. Era un hombre muy huraño. Claro que tampoco tenía mucho por lo que sonreír. Algo más relajada, soltó el bolso, que al fin y al cabo no tenía ninguna culpa de esa situación.


–Entonces, ¿Me dirás por dónde ir?


–Así es. Y no te preocupes, no es ninguna molestia. Tenía que ir esta mañana al banco en Totnes, de todas formas.


No podía creerse lo que acababa de decirle. ¡Ella era la que estaba haciéndole un favor al accederse a quedarse! No pudo evitar que volvieran a su mente resentimientos del pasado. No iba a soportar que otro hombre la tratara como si no tuviera cerebro. Se echó hacia atrás en el asiento y refunfuñó irritada. Le molestaba que no hubiera sido más considerado y la hubiera hecho partícipe de sus decisiones. Lo que quería decirle era que se fuera al banco él solo, que ella ya se las arreglaría por su cuenta. Pero en vez de hacerlo, se limitó a asentir con la cabeza.


–De acuerdo.


Estaba enfadada consigo misma. No entendía por qué siempre se comportaba así. Nunca decía de verdad lo que pensaba sino lo que los otros esperaban que dijera. Siempre daba la respuesta más correcta y educada, la menos polémica. Apenas hablaron durante el resto del viaje. Cuando llegaron al ferry, Pedro simplemente le hizo un gesto con la cabeza a Bruno, el conductor, a modo de saludo. Ya en el coche, su conversación se había limitado a las breves y concisas indicaciones de él. No había mucho tráfico en la carretera en esa época del año y Paula se relajó y dejó que su mente viajara. No entendía qué le pasaba a Luke esa mañana. La noche anterior, después de que las cosas se calmaran con Valentina, había sido bastante educado con ella y, aunque no hablaba mucho, a Paula le había parecido que empezaban a establecer una cordial relación de trabajo. Casi prefería sus estallidos de ira y frustración antes que el silencio con el que la estaba castigando esa mañana. Parecía muy distante, como si estuviera a años luz de allí.


–Cruza las vías del tren y sigue recto –le dijo.


Acababa de hacerlo de nuevo. Había algo en su tono que lo hacía parecer más una orden que una petición. Paula se detuvo para esperar a que se abriera la barrera y lo miró de reojo. Su rostro estaba completamente inexpresivo y miraba al frente casi sin pestañear. Por lo menos no criticaba su manera de conducir. David siempre tenía algo que decir sobre su velocidad, normalmente más lenta de lo que a él le gustaba. Siempre tenía una firme opinión sobre todo. Al principio de su relación, le había parecido que era un hombre encantador y culto. Ella era muy joven y solía someterse a las decisiones de él. Al fin y al cabo, David era su marido y quería hacerlo feliz.

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