viernes, 10 de marzo de 2023

Una Esperanza: Capítulo 20

Paula fue el fin de semana siguiente a Londres para recoger sus cosas y decirle a Jimena que no usaría su habitación durante una temporada. La había conocido en una clase de arte en el centro de adultos. Se había portado muy bien con ella cuando Paula se divorció y le ofreció una habitación en su casa. La vivienda que había compartido con David fue vendida y ella tenía que vivir en algún sitio hasta que encontrara algo más permanente. Casi todas las posesiones de ella estaban en un almacén, así que sólo tuvo que empaquetar un par de maletas. Estaba terminando de hacerlo cuando sonó el teléfono.


–¿Diga?


–¿Paula?


–¡Mamá!


–Pensé que te ibas de viaje con Jimena.


–No, mamá… ¡Espera un segundo! ¿Por qué llamas si pensabas que no estaba?


–Bueno, iba a dejar un mensaje en el contestador para que no te olvidaras del cumpleaños de Justin cuando volvieras.


–El cumpleaños de Gonzalo –repitió ella.


Quedaban dos meses para esa fecha.


–Tenlo en mente para reservar esa fecha.


Se imaginaba que Constanza organizaría una de sus extravagantes fiestas.


–Verás, mamá. Tengo un nuevo trabajo. No sé si voy a poder…


–¡No digas tonterías! No puedes perderte la fiesta de tu hermano. Es el dieciséis, querida. ¿Lo estás apuntando?


–Claro que sí –mintió Paula.


–Te llamaré dentro de unas semanas para darte más detalles. Hasta luego.


Y con esas palabras, volvió a colgarle.



Pedro tiró con fuerza de los hilos de la cometa, pero era demasiado tarde. Cayó del cielo y chocó contra la arena de la playa. Suspiró y corrió a por ella. Paula podía ser a veces algo tímida, pero podía convencer a un esquimal para que comprara nieve. Le encantaba eso de ella. Ese paseo por la playa con Valentina había sido idea de Paula. Le comentó que, como no trabajaba el domingo y se suponía que iba a haber bastante viento, podía ser una buena idea ir a la playa y volar una cometa. Creía que Valentina disfrutaría mucho con la experiencia. Así que él salió a comprar una cometa y, antes de que se diera cuenta, estaba pasando toda la tarde del domingo viendo cómo el chisme se estrellaba contra el suelo una y otra vez. Valentina no tardó ni diez minutos en perder el interés. Así que se quedó solo ante el peligro, luchando contra la cometa mientras Paula y su hija paseaban por la orilla agarradas del brazo. Se detuvo un instante para observarlas. No dejaban de hablar, imaginó que de cosas de chicas. Se le encogió el corazón. Lo cierto era que Paula había hecho muchos cambios en su casa durante las últimas tres semanas. Valentina aún estallaba de vez en cuando, pero cada vez sonreía y reía más. Hasta la había pillado cantando sola un día.

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