lunes, 27 de marzo de 2023

Una Esperanza: Capítulo 49

 –Creía que era mejor que te lo dijera yo.


Pedro se dió cuenta de hasta qué punto era un gusano. No estaba protegiendo a Paula, simplemente se regocijaba al hacerla sufrir.


–Pero… Pero siempre decías que no querías niños…


–¿Qué quieres que te diga? La gente cambia. A lo mejor sólo se trata de encontrar la persona adecuada –repuso él encogiéndose de hombros y frotándole el brazo–. Seguro que algún día encuentras a alguien, ya verás.


La expresión de desamparo de Paula le rompió el corazón. David miró a su alrededor con una sonrisa en la cara, como si ya conociera la respuesta.


–¿Has venido con alguien?


Paula comenzó a sacudir la cabeza y Pedro supo que era su oportunidad.


–Así es –dijo acercándose y rodeando con el brazo la cintura de Paula.


La cara de David era tan cómica que tuvo que contenerse para no reír.


–Soy Pedro Alfonso. ¿Y tú? –saludó extendiendo la mano.


–Yo… Soy David Harvey. Soy el…


–Bueno, David –interrumpió Pedro–. Seguro que entiendes que no puedo dejar que esta preciosa mujer se quede arrinconada en una esquina por más tiempo. Vamos, Paula. Es hora de que cumplas con lo pactado, ¿Recuerdas que me prometiste un baile?


Y con esas palabras, la apartó de David, dejándolo con la boca abierta. El brazo de Pedro la dirigía por la habitación con tal rapidez que tuvo que acelerar el paso para no tropezar.


–Pedro, ¿Qué demonios estás haciendo aquí?


Él se detuvo y la giró con delicadeza. Sin apenas darse cuenta de lo que pasaba, Paula acabó bailando entre sus brazos. La orquesta contratada estaba tocando una pieza muy lenta y Pedro la atrajo más cerca, tanto que ella tuvo que apoyar la cabeza en su torso.


–Pensé que te vendría bien tener un amigo aquí esta noche –susurró él directamente en su pelo.


–¿Y Valentina?


Pedro la hizo girar y se sintió volar entre sus brazos. No entendía cómo un hombre con pisadas de plomo podía bailar tan bien.


–Sus abuelos la están mimando todo lo que pueden.


Hacía que pareciese razonable su presencia allí. Pedro no sabía que sólo había aceptado ir a la fiesta para poder separarse de él, aunque sólo fueran unas horas. No sabía si iba a resistirlo. La mano de Luke la quemaba en la espalda. El aroma de su loción de afeitado estaba haciendo que le resultara muy complicado pensar. Parecía que él podía leerle la mente.


–No te preocupes y sigue bailando –le dijo sujetándola con más fuerza.


Ella suspiró y se relajó entre sus brazos. No le importaba por qué estaba allí, en ese instante todo parecía perfecto. La banda terminó de tocar y sus pies se pararon. Era demasiado pronto, Paula quería alargar el momento y que durara un poco más. Pedro empezó asepararse y ella supo que la magia había muerto.


–Creo que ya estás segura –le dijo mirando a su alrededor.


Sus palabras le recordaron que todo era una pantomima para engañar a David y Carla.

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