lunes, 27 de marzo de 2023

Una Esperanza: Capítulo 48

No podía hablar. No sabía qué hacía allí. Paula no lo necesitaba. Parecía tranquila y muy segura. Pensaba que estaba allí para rescatarla, pero ella estaba bien sin él. Se dió cuenta entonces de que si había ido no era sólo para ayudarla. Lo cierto era que no podía soportar la idea de estar todo un día separado de ella. Ayudarla esa noche era sólo una excusa. Creía que, lejos de casa, ya no eran jefe y empleada, sino sólo Pedro y Paula. Un hombre y una mujer. La tentación de aprovechar esa situación era demasiado grande para resistirse. Ella comenzó a andar entre los invitados. Esa vez no la siguió, estuvo simplemente observándola. Saludaba a todo el mundo y Pedro vió adónde se dirigía sin saberlo, pudo ver a su ex marido en el otro extremo de la habitación. Estaba siendo muy valiente. No creía que mucha gente fuera capaz de enfrentarse con su ex marido en un sitio público. Le hubiera gustado estar un poco más cerca para compartir su victoria. Se adentró más en el salón. Paula se paró a charlar con un grupo de hombres que rodeaban a su hermano. Eran altos y ella no podía ver más allá del grupo. Entonces uno de ellos se agachó y vió a su ex marido y novia al otro lado. Se detuvo un instante y después fue hacia ellos. Estaba a punto de llegar a su lado cuando giró y fue hacia el bar. Eso le dió a Pedro el empujón que estaba esperando, veía que lo necesitaba más de lo que parecía. Se acercó hacia ella. Estaba a sólo tres metros cuando vió que tenía compañía. Su ex también se acercaba, debía de haberla visto. Pero, en vez de mirarla con engreimiento, a él le pareció que estaba un poco desconcertado.


–¿Paula? –la llamó.


Ella estaba de espaldas, intentando atraer la atención de un camarero. Pedro vió cómo se quedaba quieta y respiraba profundamente. Después sonrió antes de girarse.


–David.


–Estás…


Paula levantó una ceja esperando que terminara la frase.


–Bueno, estás fantástica.


–Gracias –repuso ella sin dejar de sonreír.


Pedro sabía que era una sonrisa falsa, un gesto que pretendía sólo desconcertar aún más a David y esconder lo incómoda que se sentía. Se inclinó sobre ella y la besó en la mejilla. Pedro se contuvo para no saltar sobre él al ver que alargaba el beso más de lo necesario y le acariciaba un brazo. Creía que a él no lo atraía Paula, pero pensaba que ella aún debía de estar enamorada de él. Parecía que no quería perder ninguna oportunidad.


–¿Qué tal Carla? –preguntó Paula.


La pregunta hizo que David se apartara un poco. Pedro estaba orgulloso de ella, recordándole a ese cretino lo que había ocurrido entre ellos. Su ex tenía que darse cuenta de que no iba a conseguir que cayera rendida a sus pies.


–Tan bien como siempre, ya sabes cómo es.


–La verdad es que no, David. Si no lo recuerdas, no supe de su existencia hasta que hiciste las maletas para irte. No tuvimos mucho tiempo para establecer una relación de amigas, ¿Sabes?


Pedro sonrió. Estaba convencido de que la Paula de unos meses atrás no se habría atrevido a contestarle así. Ahora ya no dejaba que la pisaran tan fácilmente. Él había sido un buen entrenamiento durante esos meses.


–Quería hablar contigo antes de que lo supieras por otra persona, Paula. Deberías saber que… Que Carla y yo estamos esperando un niño.


Paula dejó de sonreír.

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