miércoles, 29 de marzo de 2023

Una Esperanza: Capítulo 51

Se esforzó en parecer contenta.


–Estoy muerta de sed. ¿Qué tiene que hacer una chica para tomarse una copa en este sitio?


Pedro la condujo hacia el bar.


–¿Qué tomas?


–Champán, por supuesto –repuso ella.


Si iban a hacer teatro, creía que debían hacerlo con estilo.


–Por supuesto –repitió él.


Intentó recordar que sólo era un juego, que Pedro sólo intentaba ayudarla. A pesar de que minutos atrás parecían haber estado a punto de… Tenía que olvidarse de todo eso. No era momento para fantasear. Debía sonreír, brillar y hacer como que estaba pasándoselo como nunca. La velada fue pasando y se dio cuenta de que lo estaban haciendo muy bien. No pararon de reír, charlar y bailar. Todos la miraban con admiración. Y eso era lo que quería, evitar que sintieran pena por ella. Había funcionado, pero tenía un dolor en el pecho y le dolía la cara de tanto sonreír sin sentido. Sufría porque quería que todo aquello fuera real, no una farsa. De repente, sintió la necesidad de salir de allí, de alejarse de él.


–Voy… Voy a empolvarme la nariz –le dijo con una sonrisa.


–Muy bien, hasta ahora –repuso él sin sonreír.


Salió de allí y se sintió un poco mejor. Pasó por el lavabo de señoras sin entrar y siguió hasta la puerta que daba al porche sobre los jardines. Se asomó al balcón para contemplar las estrellas y respirar aire puro.


–¿Qué estás haciendo aquí tan sola?


Hubiera reconocido esa voz en cualquier parte. Ni siquiera se giró.


–Vete, David.


–Pareces un poco triste –le dijo acercándose a ella.


–Estoy bien. Además, no es asunto tuyo. Perdiste el derecho a meterte en mi vida cuando comenzaste a acostarte con Carla.


–Sólo porque estamos divorciados, no quiere decir que no me importes.


–Estoy bien, David, sólo un poco cansada. El viaje desde Devon ha sido largo y estos zapatos me están matando.


–¿De ahí es él? ¿De Devon?

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