viernes, 17 de marzo de 2023

Una Esperanza: Capítulo 31

Pero no era ningún ángel, sólo era una mujer. Y cada vez era más consciente de que él, además de su jefe, era un hombre. Y no podía dejar de pensar en él de esa forma.


–¿Puedes meter un par de rebanadas para mí, por favor?


Paula se giró para mirarlo con el cuchillo de mantequilla en la mano y la boca abierta.


–¿Qué?


–Tostadas. ¿Podrías meter un par de tostadas para mí?


–¡Ah! ¡Claro! –repuso ella sonriendo.


–¿Qué es lo que te ha hecho gracia?


–Nada. No, nada. Es que las has llamado «Tostadas».


Él la miró con suspicacia.


–¿Y «tostada» es muy gracioso porque…?


–Es una tontería –repuso ella metiendo pan en la tostadora–. Yo siempre digo que meto tostadas en la tostadora, cuando en realidad es pan lo que se mete en el aparato. No son tostadas hasta que salen de la tostadora. Solía ponerme enferma que… Bueno, alguien que conocía me corregía siempre por ello. Ya te había dicho que era una tontería…


Estaba parloteando sin sentido. Pedro le sonreía y eso no hizo sino conseguir ponerla más nerviosa.


–Lo siento. Estoy diciendo estupideces, ¿verdad? Creo que no dormí muy bien anoche y este estado es una consecuencia de ello.


Sin pensar, había acabado comentando el único tema que quería evitar esa mañana.


–¿En serio? Yo creo que dormí muy bien anoche. Al menos mejor de lo que acostumbro.


Ella levantó las cejas y él debió de darse cuenta porque continuó hablándole.


–A veces tengo pesadillas y… Y otros desórdenes del sueño. Me han dicho que es común en gente que ha estado en la cárcel. Espero no haberte despertado.


Las tostadas saltaron en ese instante y eso evitó que tuviera que contestar.


–¿Mermelada o miel? –le preguntó.


–Nada, sólo mantequilla. Gracias.


Él la miró con intensidad unos segundos. Sus ojos se entrecerraron. A Paula casi se le salió el corazón del pecho.


–¿Qué?


–Estaba pensando… Creo recordar… –comenzó mientras miraba a un punto en el espacio y se esforzaba en acordarse de algo–. No, nada. Se pasó el momento.


Paula se giró para preparar las tostadas. Tenía miedo de que Pedro recordara algo. A ella le había parecido que había estado siempre dormido, pero no era experta en ese tipo de cosas. Dejó las tostadas en el plato y se giró para sacar la mantequilla del frigorífico. Pedro seguía observándola.

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