miércoles, 2 de marzo de 2022

Irresistible: Capítulo 21

 –Disculpa aceptada. Tenías motivos para estar alerta, Paula. Tengo cierta reputación y, aunque sin duda los rumores la han exagerado, no debería haberte culpado por pensar de ese modo.


–No –contestó ella–. Debería haber sacado mis propias conclusiones sobre ti en lugar de escuchar lo que otras personas decían. Yo odio cuando la gente me juzga basándose en quién es mi padre, así que debería haberme dado cuenta y no haber hecho lo mismo contigo.


–Nunca mantengo relaciones sexuales con compañeras de trabajo –no era del todo cierto, ya que recordaba que en un par de ocasiones se había acostado con unas compañeras que estaban trabajando temporalmente en la empresa.


–¿De veras? –preguntó ella.


–Lo prometo.


–Entonces... –Paula gesticuló para indicar el apartamento–, ¿Todo esto no es más que por motivos de trabajo?


–Por supuesto.


–¡Qué buena noticia!


Ella sonrió y él tuvo que esforzarse para no fijarse en sus palabras y no en la forma de su boca.


–Quiero aprender muchas cosas de tí, Pedro.


Él tuvo que recordarse que no podía sacarle doble significado a todo lo que ella dijera.


–¿Qué has pedido de postre?


Él la miró un instante y contestó.


–Respeto a tu padre de un modo que dudo que seas capaz de comprender.


–No estoy segura de qué intentas decir.


–¿De veras crees que estás preparada para esto? ¿De veras piensas que puedes sacar adelante el restaurante?


–Sí.


–Teniendo en cuenta lo que has hecho en el pasado, ¿Crees que vas a aguantar?


–No seré yo la que tenga problemas en ese aspecto.


–Permite que te deje clara mi postura. Tengo dudas acerca de tu capacidad de comprometerte con algo Paula. Serias dudas. Sería mejor para todos y nos ahorraría muchos problemas, si te marcharas ahora en lugar de dentro de un mes. De hecho, preferiría que te marcharas ahora mismo.


Tras una larga pausa, ella arqueó una ceja.


–Bueno, bueno, ¿Quién imaginaba que una mujer virgen podía poner en apuros al Hombre de Hielo? No voy a irme a ningún sitio, Pedro.


–¿Eso es una promesa?


–Lo es.


Entonces, tendría que asegurarse de que ella la cumpliera. Curiosamente, estaba igual de irresistible cuando se comportaba de manera arrogante y despectiva como cuando estaba sonriente y animada. Pedro deseaba marcharse de allí.


–De postre he pedido tarta de limón –dijo.


Ella se puso en pie.


–Pues espero que la disfrutes.


Ella fue la que se marchó. Él fue quien se quedó sintiéndose como un canalla.

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