lunes, 21 de marzo de 2022

Irresistible: Capítulo 56

 –Tienes mejor aspecto –dijo él, mirándola de arriba abajo.


–Lo siento. Me encontraba mal y el baño parecía el lugar más seguro para estar.


–He preparado café.


Paula aceptó una taza y se sentó en un sofá. Pedro hizo lo mismo. 


–Vamos a terminar esto cuanto antes, Pedro. Lo cierto es que tú tenías razón desde un principio. No estoy preparada para hacer este trabajo. No tengo experiencia en el ámbito de los negocios –tragó saliva–. Ni siquiera soy una cocinera cualificada.


Él la miró un instante y se encogió de hombros.


–Tu forma de cocinar, Paula, habla por sí misma.


Ella negó con la cabeza.


–Si me quedo arruinaré el restaurante de Miguel, y eso sería mucho peor que decepcionarlo marchándome ahora.


–¿De veras crees que es así? –le preguntó Pedro, inclinándose hacia ella.


–Lo sé. Ni siquiera soy una persona inteligente. De hecho no sé ni hacer una división larga.


–¿De qué diablos...? ¿Qué tiene que ver una división larga con todo esto?


–Es un ejemplo de mi falta de inteligencia. Ya es hora de que deje de mentiros, a tí y a Miguel. Y también de que deje de mentirme a mí misma. Estoy segura de que hay cosas peores en el mundo que no ser muy inteligente. Puede que no sea lista, pero soy buena con los animales y sé preparar una deliciosa tarta de chocolate. Tengo muchos amigos y quiero a mi familia. Tengo que dejar de desear más.


Pedro frunció el ceño.


–Vamos a dejar una cosa clara, no es necesario que sepas hacer una división larga.


–Pero necesito saber cómo hacer una hoja de cálculo, llevar la cuenta de las pérdidas y las ganancias y... ¡Un presupuesto! La mayor parte de las veces me suena a chino. –El presupuesto lo hiciste muy bien.


–¡Lo tiraste! Dijiste que era una fantasía.


–La fantasía era la cantidad de dinero que pedías. El documento era perfectamente aceptable, estaba bien planteado y era preciso. No dudé ni un instante de que con ese dinero podrías haber creado un restaurante espectacular, pero Marco ha sido muy claro sobre la cantidad de dinero que está dispuesto a invertir en el Newcastle Chaves. Me dijo que si no respetaba esa cantidad, me despediría.


–¡No es cierto!


–Sí lo es –esbozó una sonrisa–. Pero no hablaba en serio. Eso no significa que quiera hacer un buen trabajo para él.


A Paula no se le había ocurrido que él pudiera estar igual de presionado que ella. Sin embargo, se resistió al encanto de su sonrisa.


–Entonces, he debido de tener suerte con ese presupuesto. Esto no lo sabrás porque Miguel lo mantuvo en secreto, pero suspendí los exámenes finales. Cuando mi madre murió... Yo no estudiaba nada y no prestaba atención en clase, y cuando intenté centrarme de nuevo me resultó imposible ponerme al día. Mi padre usó sus contactos para que entrara en la universidad, pero tampoco se me dió bien.


–¿Y por qué Miguel no te ayudó? ¿Por qué no te puso profesores de apoyo?


–¡Nunca se lo conté! Estaba demasiado avergonzada. Y él ya había hecho demasiado.


–Así que dejaste la universidad y pasaste de un trabajo a otro.


–Nada funcionó. O no podía hacer el trabajo o era tan sencillo que me aburría muchísimo. Al final, me fui a Italia a ayudar a mis tíos en el restaurante.


–Dijiste que te encantaba trabajar allí.


–Aprendí muchas cosas y descubrí la pasión por la cocina. Fue toda una revelación. Pero me volví arrogante e insensata.


Pedro entornó los ojos.

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