lunes, 7 de marzo de 2022

Irresistible: Capítulo 33

 –Bueno, ¿Y cuál es tu veredicto acerca de Newcastle? –preguntó Pedro más tarde, cuando entraron en el departamento.


–¡Me ha encantado! –se dirigió a la ventana del salón y abrió las cortinas un poco más–. Ha sido un día estupendo.


Después de que se les destruyera el castillo, habían ido al puerto para ver cómo entraba el barco contenedor mientras comían fish and chips. Después habían caminado por el paseo disfrutando de la brisa y el sol antes de regresar hasta el parque que había junto a la costa para comprarse un helado y sentarse en un banco a comérselo. Paula lo amenizó contándole historias de sus vacaciones. Era el principio de la primavera, pero parecía verano.


–¿Y cuál es tu veredicto sobre Newcastle?


Él frunció el ceño. Ella dejó de acariciar a Silvestre y colocó las manos en las caderas.


–¿Quieres decir que hoy no has disfrutado?


Él negó con la cabeza.


–Ha sido divertido.


–Entonces, ¿Por qué frunces el ceño?


–Después del día que hemos pasado, pensé que tu pregunta merecía que reflexionara la respuesta.


–Ah –pestañeó ella–. Está bien –se sentó en el sofá y esperó.


–Es un lugar de contrastes –dijo él, al fin–. Todavía tiene remanentes de su pasado industrial. Las playas son preciosas y el paseo del puerto es muy agradable. La gente es muy amable. La mentalidad de la clase trabajadora se mezcla con la sofisticación cosmopolita y, de algún modo, coexisten en armonía. Me sorprende – admitió–. Es extraordinario.


Mientras hablaba, paseaba de un lado a otro desde la mesa hasta el sofá. La miró y le preguntó:


–¿Era eso lo que querías que experimentara?


–Solo quería que vieras por ti mismo que este lugar es único.


Su respuesta no lo dejó satisfecho, pero no sabía explicar por qué. Ella se inclinó hacia delante y él recordó el instante en que había pensado besarla. Se puso tenso.


–Dime la verdad. ¿Después de lo de hoy no estás más decidido a hacer lo posible para conseguir que el Newcastle Chaves sea un éxito?


Él pestañeó y consideró su pregunta. «Maldita sea», pensó, «¡Sí!». Paula no lo presionó para que contestara. Se encogió de hombros y dijo:


–Voy a darme una ducha.


–¿Paula?


Ella se volvió desde la puerta.


–¿Por qué crees que no puedo conseguir que el hotel sea un éxito?


–No he dicho que no puedas. De hecho, espero que lo hagas.


–Pero ¿Qué es exactamente lo que crees que no tengo? ¿De qué cualidades carezco?


–¿De veras quieres saberlo?


Él asintió con un nudo en la garganta.


–¿Qué es lo que te motiva, Pedro?


–El orgullo –el orgullo por un trabajo bien hecho.


Ella negó con la cabeza.


–Yo creo que no. Creo que no quieres volver a ser el niño que fuiste, dependiente de los caprichos de otros y teniendo que vivir al día.


Él se quedó helado.


–Trabajas tanto para no volver a estar nunca en esa situación. Y lo comprendo pero, no tienes ningún objetivo, simplemente intentas evitar que la historia se repita. ¿Cuándo decidirás que ya tienes bastante dinero? ¿Y éxito? ¿O es que nunca tendrás suficiente?


«¡Estaba equivocada! ¡Tenía que estar equivocada!».


–Pasión –dijo ella por fin–. Eso es lo que no tienes, Pedro. Eso lo que te falta... Pasión.

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