lunes, 21 de marzo de 2022

Irresistible: Capítulo 57

 –Debería haberme conformado con ser cocinera, pero no. Como podía encargarme del restaurante de mis tíos, pensé que podía crear el restaurante perfecto para el hotel de mi padre. Había estado buscando un motivo para regresar a casa, y el Newcastle Chaves era la excusa perfecta. Pensé que podría demostrarle que había madurado y que podría serle útil en el negocio –hizo una pausa–. El hotel es mucho más. Hay muchas cosas que aprender. No solo es el restaurante, también está el servicio de habitaciones. ¡Y hay tantas hojas de cálculo!


–¿Esa división tan larga? –murmuró Pedro.


Ella tragó saliva y asintió. Sabía que él la comprendería.


–Paula, yo puedo enseñarte a dividir.


Ella lo miró.


–Puedo enseñarte todo lo que necesites saber sobre hojas de cálculo, contabilidad básica y presupuestos. Puede que no seas capaz de verlo, pero eres una gran inversión para el hotel.


–Eso no es cierto. Lo que yo he hecho, Luis podría haberlo hecho también.


–Luis seguiría comprándole productos de segunda categoría a su cuñado. No se le habría ocurrido montar las clases de cocina, ni los eventos sociales para los empleados. Luigi no me habría enseñado lo importante que es que el hotel tenga personalidad. Paula, quizá hayas perdido la confianza en tí misma, pero no eres estúpida. Hagamos una cosa, ya que no puedes poner las mesas de cristal en el restaurante, cuéntame qué es lo que no te gusta de lo que hay ahora.


–No hay nada de color. Son mesas de madera con manteles blancos.


–¿Y qué podrías hacer para terminar con esa falta de color?


Ella pensó un instante.


–Poner unos manteles color arena y encima otros de color azul claro –así le daría un toque marino al comedor.


–¿Lo ves? Acabas de encontrar una solución para tu problema de presupuesto –chasqueó los dedos–. Acabas de definir el problema y de encontrar una solución –miró el reloj–. En menos de un minuto. Eso no lo puede hacer alguien poco inteligente. Tienes mucho que ofrecer. Has conseguido que el hotel esté impregnado de tu entusiasmo. Incluso yo. Has conseguido que sea mejor en mi trabajo. Ahora deja que yo te ayude a mejorar en el tuyo.


Paula lo miró. Aceptar su oferta implicaba arriesgarse a fracasar.


–Pero necesito que te comprometas de verdad –le advirtió él–. Una vez que empecemos, no habrá vuelta atrás.


–¿De veras crees que puedo hacerlo?


–Estoy seguro.


Ella se mordió el labio inferior y le tendió la mano.


–Trato hecho.


–¡Estupendo! –dijo él, y no le soltó la mano–. No tienes que demostrarle nada a Miguel, Paula. Él se siente orgulloso de tí –le apretó la mano–. Creo que tienes que demostrártelo a tí.

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