miércoles, 30 de marzo de 2022

Fuiste Mi Salvación: Capítulo 6

 –Haga lo que haga, nunca podré ser como esas chicas –dijo Valentina, moviendo un brazo en el aire.


–Dios mío, ¿Y por qué ibas a querer serlo?


–¿Qué? 


Paula levantó una mano y la señaló con el dedo.


–Cuando estés hablando en público, o cuando te estén entrevistando, debes decir «¿Disculpa?», y no «¿Qué?». Y, sí. Esas chicas que se estaban metiendo contigo son guapas, pero son rubias clonadas. Es difícil diferenciarlas.


Valentina casi se ahogó de la risa.


–Se supone que no puedes decir eso.


–¿Y por qué no? –Paula echó a andar hacia la verja–. Yo soy rubia, y muchos dirían que soy guapa, pero... Créeme. Si me vieras a primera hora de la mañana, antes de haberme arreglado el pelo y de ponerme el maquillaje, te llevarías un buen susto. Hay que trabajar con lo que tienes, Valentina, y tú tienes mucho. Tienes una piel bronceada preciosa, y un pelo maravilloso.


Llevaba el pelo corto, pero era un cabello fuerte, oscuro, brillante y denso.


–Tienes unos ojos grises increíbles. El concurso de Miss Showgirl lo ganará la candidata que sea capaz de destacar entre las demás. No será para rubias clonadas que parecen todas iguales a los ojos de los jueces.


–Pero si una de las rubias clonadas logra destacar... Si demuestra lo que vale...


–Si ha trabajado así de duro... –dijo Paula con sutileza, empujando a Valentina hacia la puerta–. Entonces a lo mejor se merece ganar.


Valentina se detuvo. Paula también.


–¿De verdad crees que tengo alguna oportunidad de ganar, y no lo dices solo porque vas a ser nuestra profesora, y porque se supone que eso es lo que tienes que decir?


–Lo digo de verdad –Paula se tocó el pecho y entonces frunció el ceño–. ¿Ganar es tan importante para tí?


La chica sacudió la cabeza.


–Solo quiero saber que tengo tantas posibilidades como las demás. Eso es todo.


–¿Y?


–A veces quiero ser... ¡Algo más que una chica con vaqueros y camisetas! Mi madre murió cuando yo era muy pequeña, así que no tengo a nadie que me enseñe cosas de chicas. ¡Cada vez que lo intento yo sola me veo ridícula!


A Paula se le encogió el corazón.


–Fular –dijo de repente. 

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