lunes, 21 de marzo de 2022

Irresistible: Capítulo 59

Sintió lástima por él. Y por el hecho de que se hubiera condenado a tanta soledad y aislamiento. Debió de hacer un ruido sin querer, porque él se volvió y sonrió.


–Me has pillado.


–Así es. Admítelo, te gusta la gata.


–Se ha ganado mi simpatía.


De pronto, Paula deseó ganarse su simpatía también. Se humedeció los labios e intentó dejar de pensar en ello.


–¿Te apetece un café?


–Me encantaría.


–Deberías tener un perro –le dijo.


–Vivo en un piso.


–¿Y? Cómprate un chalet.


–Si se tiene un perro no se puede llevar la vida de un alto ejecutivo.


Tampoco podría llevar esa vida teniendo esposa e hijos. Paula lo miró un instante y se encogió de hombros.


–Pues búscate a alguien que te lo cuide –comenzó a moler el café–. O cambia de vida –murmuró.


«Disfruta de una vida llena de gente, de pasión y diversión...». «¡Basta!», pensó ella. No era asunto suyo como eligiera él vivir su vida. ¿Y por qué le afectaba tanto que él se privara de todo aquello que ella consideraba esencial? Tragó saliva. Pedro la había hecho reír. La había retado. Y había conseguido que se convirtiera en mejor persona. Lo miró y se le aceleró el corazón. Se había metido en un lío.  Había hecho la cosa más ridícula que una mujer podía hacer.



–¿Paula? –Pedro la miró con preocupación.


Ella sonrió y dijo:


–Pues yo quiero un perro, pero no quiero vivir como una ejecutiva.


Él no dijo nada.


–Quiero a mi padre, pero no quiero pasar los diez próximos años trabajando en su empresa si eso implica pasar dos meses en esta ciudad y tres en otra, así hasta que no me guste ninguna. Quiero montar mi propio restaurante. No necesito dominar el mundo. Quiero quedarme en un sitio y...


–¿Y?


«Y formar una familia», pensó, incapaz de decirlo en voz alta. Siempre había deseado formar una familia, pero era un sueño que tenía para el futuro. Era demasiado joven... Había estropeado las dos relaciones íntimas que podían haberse convertido en algo más serio. Pedro tenía razón, había empleado la excusa de la virginidad para protegerse. Sin embargo, se había sincerado y él no se había reído de ella, no la había menospreciado por ello. Confiaba en ella y eso la había hecho cambiar. Deseaba formar una familia. Y no quería retrasar su sueño por más tiempo.

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