miércoles, 23 de marzo de 2022

Irresistible: Capítulo 64

Pedro se sentó de nuevo. Paula se concentró en la comida e hizo todo lo posible por no mirarlo. Pero era consciente del su aroma y de la tensión que tenía en el cuerpo. Necesitaba que se relajara y bajara la guardia antes de empezar el segundo asalto. Sonrió.


–¿Por qué sonríes? –preguntó él.


–¿Sabes lo que el chico quería hacer?


–¿Qué?


Ella lo miró con los ojos entornados.


–Quería que preparara un postre y ocultara el anillo de compromiso en él.


–¿Y no es buena idea?


–¡No! Aparte de que es imposible asegurarse de que el anillo no contamine la comida, ¿qué pasaría si ella se lo tragara o se partiera un diente al morderlo?


–Imagino que tener que ir al hospital esa noche arruinaría el romanticismo de la ocasión.


–Exacto. Y aunque ella encontrara el anillo sin incidentes, estaría lleno de crema y sería un poco asqueroso.


Él se rió y ella sintió un fuerte calor en el vientre.


–Hay gente que hace cosas extravagantes cuando van a proponer matrimonio.


Pedro se limpió los dedos en la servilleta.


–¿Por ejemplo?


–Hacerlo en la televisión pública frente a miles de espectadores –recogió los platos–. ¿Quieres postre? He preparado fresas recubiertas de chocolate, pero creo que han perdido su atractivo por el momento. Hay tarta de limón y pastel de chocolate en la nevera.


–Tarta de limón –contestó él, y señaló la botella de champán–. ¿Todavía quieres que haga los honores?


Ella negó con la cabeza.


–La meteré en la nevera para otra ocasión. A menos que te apetezca una copa.


–No, no –le entregó la botella.


Paula quería tener la cabeza despejada. Guardarían el champán y las fresas para más tarde, después de seducirlo. Partió un pedazo de tarta de limón y lo sirvió en un plato.


–¿Y qué te parece si escribieran en el cielo la proposición de matrimonio?


Paula regresó con los postres y se comió una cucharada de pastel de chocolate.


–Sí, está bien. Es original, pero sigo pensando que se podría mantener como un momento íntimo entre los dos.


Pedro partió un pedazo grande de tarta de limón y se lo comió:


–¿Sabes lo buena que está?


Paula sintió que el deseo la invadía por dentro. Lo amaba, y lo deseaba con locura. Le asustaba pensar lo que pasaría cuando tuviera que marcharse de allí dos semanas más tarde y se separara de él. Quizá fuera una locura que quisiera pasar una noche apasionada con Pedro, pero sabía que sería un recuerdo que tendría para toda la vida. Tenía la sensación de que ese recuerdo podría ayudarla a superar la soledad y añoranza que la invadiría durante los meses siguientes. Sabía que sería terrible. Dejó el tenedor sobre el plato, incapaz de comer más pastel.


–¿Cómo te gustaría que te propusieran matrimonio, Paula?


Ella sintió que le daba un vuelco el corazón.


–Bueno, lo ideal sería que hubiera champán.


–Francés, por supuesto –él sonrió y señaló su plato–. Y pastel de chocolate.


–Sí, por favor. Al fin y al cabo es mi fantasía.


–Así es.


–No me haría falta nada muy grande o llamativo. Un picnic en una playa desierta sería estupendo. Champán, pastel de chocolate, quizá unas fresas y... –se encogió de hombros.


–¿Y después él te haría la pregunta mágica?

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