miércoles, 9 de marzo de 2022

Irresistible: Capítulo 40

El beso de Pedro la dejó anonadada. Paula se quedó sin respiración y permaneció aferrada a él sumida en un mar de sensaciones. Ella se medio recostó sobre el regazo de Pedro y lo besó de nuevo, tratando de grabar su esencia para siempre en su memoria. Él gimió y apartó la boca de la de Paula, para besarla en el cuello provocando que el deseo se apoderara de ella. Paula se acurrucó contra Pedro y él la sujetó por las caderas para atraerla hacia sí.


–Eres divina –murmuró él, mordisqueándole el lóbulo de la oreja–. Me has vuelto loco desde el primer momento en que te ví.


–Soy... Tengo demasiadas curvas –dijo ella.


–Eres perfecta –la contradijo él, y gimió cuando ella metió la mano entre los botones de su camisa para acariciarle la piel del torso.


Él le acarició el cabello y la besó de nuevo. Paula no sabía cuánto tiempo había pasado. Solo era consciente de estar tumbada junto a Pedro, embriagada por sus besos. De pronto, un dolor intenso la hizo gritar. Él blasfemó. Ambos se incorporaron tocándose las piernas. No muy lejos, Silvestre los miraba mientras movía el rabo. La gata golpeó al ratón con la pata y maulló.


–¡Esa maldita gata nos ha atacado! –Paula miró a Silvestre–. Lo prometo, ¡No sé cómo Sofía te soporta!


–Sí, pero parece que la maldita gata tiene más juicio que nosotros.


A Paula se le encogió el corazón al oír la frialdad con la que Pedro había hablado. Sin mirarlo, se recolocó la ropa y se separó de él. No pudo evitar desear que él la abrazara de nuevo y le susurrara palabras tranquilizadoras al oído. No lo hizo. Y no lo haría.  Ella lo miró un momento y se alejó, golpeándose contra la mesa de café mientras se ponía en pie. Él estiró la mano para estabilizarla pero ella la esquivó y fue a sentarse en la butaca que había al otro lado de la habitación. Blasfemado, Pedro se puso en pie y se dirigió a la mesa del comedor. Paula se cruzó de brazos, tragó saliva para deshacer el nudo que tenía en la garganta y lo miró a los ojos:


–Creo que ha sido un error.


–No hay ninguna duda. Ha sido un error.


–¿Y es necesario que ahora me mires como si fuera venenosa?


Él se pasó la mano por el cabello.


–Por favor, Paula, ¡Eres virgen!


–¿Y qué se supone que eso quiere decir? ¡Que tenga el himen intacto no significa que me haya hecho una lobotomía frontal! Nos hemos besado. Pero eso no significa que haya empezado a planificar la boda –suspiró–. Nos hemos besado, pero eso no significa nada. Soy consciente de que eres un tipo raro que tiene fobia al compromiso.


Pedro se puso en pie.


–Que no quiera casarme no significa que sea un tipo raro.


–¡Y que yo sea virgen tampoco significa que sea rara!


Él la miró un instante y añadió:


–Está bien.


Se hizo un silencio y Paula se percató de que Pedro estaba mirando el lugar donde se habían besado. ¿Qué habría pasado si no nos hubieran interrumpido? «Uf», pensó ella.


–¿Un café?


–Buena idea –dijo Pedro.


Él sujetó la puerta de la cocina y dejó pasar a Bella colocándole una mano sobre la espalda.

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