miércoles, 9 de marzo de 2022

Irresistible: Capítulo 38

Ella le entregó un folleto.


–Stockton Beach. Está en el lado norte del puerto. Es una playa muy extensa y tiene dunas de treinta metros de alto –señaló una fotografía que aparecía en el folleto y lo abrió. Sin querer, rozó la mano de Pedro y se estremeció–. ¿Lo ves? –dijo tratando de concentrarse–. Hay unas dunas impresionantes.


–A los chicos les encantará –dijo Pedro.


–Y a las chicas.


Pedro la miró un instante y ella sintió que un fuerte calor la invadía por dentro.


–Yo... También hay un fabuloso crucero por el río hasta Morpeth que parece divertido.


Pero Pedro no miró el folleto que ella le enseñaba. Frunció los labios y continuó mirándola a ella.


–¿Qué? –preguntó Paula, en tono defensivo.


Él negó con la cabeza.


–Lo siento. Me preguntaba si...


–¿Qué?


Él se acomodó en el sofá y estiró las piernas. La imagen de sus anchas espaldas contra la delicada línea del sofá era irresistible. Ella tragó saliva. ¡Madre mía! ¿Es que todo lo que había en aquel departamento estaba hecho para provocar que ella pensara en el sexo?


–¿Qué era lo que te preguntabas?


–¿Por qué el hotel significa tanto para tí? Sé que quieres conseguir que tu padre lo admire, y que quieres que sea un homenaje para tu madre, pero no puedo evitar pensar que hay algo más.


–Oh –ella se miró las manos.


–No tienes que contármelo, por supuesto que no. Solo me lo preguntaba, eso es todo.


Paula lo miró.


–Me da un poco de vergüenza. Y me temo que no pensarás muy bien de mí.


–Inténtalo.


–El éxito del hotel es muy importante para mí porque quiero que mi padre se sienta orgulloso de mí.


–Paula, tu padre te adora.


–Sé que me quiere, pero eso no es lo mismo que conseguir que se sienta orgulloso de mí. Hace muy poco que me he dado cuenta de cómo lo he decepcionado al no ser capaz de asentarme en una profesión.


–Paula, yo...


–No, por favor, no busques excusas para mí o para él. Sé que él se siente culpable por haberme consentido demasiado después de que muriera mi madre.


Pedro se pasó la mano por el cabello.


–Mi madre era la que nos mantenía unidos. Mi padre y yo somos muy parecidos, los dos somos testarudos y con carácter, pero mi madre era tranquila y serena y hacía que mantuviéramos una relación estable.


–Perder a tu madre a los quince años debió de resultarte muy duro.


Paula lo miró.

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