lunes, 28 de marzo de 2022

Fuiste Mi Salvación: Capítulo 3

La reunión fue tan agotadora como esperaba Paula. Todas las miradas recayeron sobre ella y la hicieron sentir insegura, incómoda... Tampoco faltaron los típicos comentarios... «¡Vaya! Te veo estupenda...». Ni tampoco estuvieron ausentes las caras de sorpresa... Pero ella no tenía ganas de seguir dando pena. «Oh, pobre Paula. Tiene que ser terrible perder a los padres a una edad tan temprana...». Había crecido con esa frase en la cabeza, y la odiaba tanto que no estaba dispuesta a añadir otra línea más a la letanía. Aunque ya no pudiera mirarse al espejo desnuda, no tenía por qué compartir sus miserias con nadie. No tenían por qué saberlo. Se dedicó a charlar y a sonreír. Bebió té, comió tarta y finalmente tomó asiento cuando Josefina, la presidenta del Agricultural Show Society, se puso en pie para dar por comenzada la reunión. Escuchó con atención mientras los demás hablaban y debatían, e incluso se atrevió a hacer algún comentario que otro.


–Muy bien. Sigamos adelante... –Josefina miró la orden del día–. El concurso de Miss Showgirl.


Paula se movió en su asiento. Lo de Miss Showgirl era un evento que estaba a medio camino entre un concurso de belleza y una gala benéfica para recaudar fondos; toda una tradición en Dungog. Veinte años antes, ella había sido la ganadora. Tragó con dificultad y parpadeó varias veces. Apretó los puños, nerviosa. Miró a Gloria con disimulo. ¿Podría escabullirse sin que nadie se diera cuenta? Como si pudiera sentir su dolor, su tía se dió la vuelta. Paula intentó volver a ponerse la máscara.


–¡Oh, qué divertido! –se frotó las manos–. ¿Cuántas candidatas hay este año?


–¿Chicas? –exclamó Josefina, dirigiéndose a un grupo de chicas adolescentes que estaban al final de la mesa–. ¿Cuántas se van a presentar al concurso? –contó las manos levantadas–. ¿Diez? Estupendo.


El año en el que Paula había concursado eran doce.


–Bueno, creo que tenemos un problema.


Consciente de la mirada de su tía, que todavía la observaba desde el otro lado de la mesa, Paula mantuvo la vista fija en Josefina. Su expresión era impasible.


–Malena Hamilton, que suele ser la mentora de las concursantes, no puede hacerse cargo este año, así que vamos a necesitar a otra persona. ¿Alguien quiere presentarse voluntario, o sugerirnos a alguien?


Nadie dijo nada. Josefina se volvió hacia Paula.


–Paula, cariño, ¿Cuánto tiempo vas a estar en el pueblo?


Por el rabillo del ojo vio que su tía le estaba clavando la mirada a Josefina al tiempo que sacudía la cabeza.


–Voy a estar un mes y me encantaría ayudar –dijo, poniéndose erguida.


Gloria se puso tensa y volvió a sacudir la cabeza. Josefina la miró un instante y después volvió a mirar a Paula. Esta levantó la barbilla y sonrió.


–Me gustaría preparar lo de Miss Showgirl durante el próximo mes.


Josefina se aclaró la garganta.


–No queremos ponerte mucha presión encima, Paula. Todos sabemos lo que has pasado.


–¿Presión? –Paula resopló y le lanzó una sonrisa radiante a su tía–. Si no recuerdo mal, tengo que reunirme con las candidatas dos horas a la semana, ¿No? No creo que eso me vaya a suponer mucha presión. Será divertido.


Gloria se mordió el labio inferior.


–¿Divertido?


–Ya lo creo –Paula miró hacia las candidatas–. ¿Los jueves de seis y media a ocho y media le viene bien a todo el mundo? –todas las chicas levantaron la mano de golpe–. Muy bien. ¡Está hecho! Y así tienes todo un mes para encontrar a una sustituta.


Josefina volvió a mirar a Gloria.


–Bueno... yo...


Paula le sonrió a su tía con entusiasmo y alegría. Gloria no tuvo más remedio que tirar la toalla.


–Eh... gracias, Paula. Nos serás de gran ayuda –dijo Josefina. 

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