viernes, 4 de marzo de 2022

Irresistible: Capítulo 26

 –No será cierto ¿Verdad?


Él la miró y sonrió.


–Buenos días, Paula.


–Buenos días, Pedro.


Él dejó el bolígrafo y se apoyó en el respaldo de la silla.


–Por lo que recuerdo, me pediste que no te diera conversación por la mañana, al menos no hasta que te hubieras tomado la segunda taza de café. ¿Qué tal lo he hecho?


Paula se rió.


–Perfectamente. Has sido la personificación del compañero de piso modelo.


–Intentaba complacerte. Ahora, dime, ¿Qué es lo que no puede ser cierto?


Paula se sentó en el brazo del sofá y le tiró una pelota a Silvestre. La gata ignoró el juguete.


–¿No piensas tomarte ni un día libre?


–Este proyecto solo dura dos meses. Podré descansar cuando esté terminado.


–Bzzz –imitó el sonido de un timbre–. Respuesta incorrecta.


Él frunció los labios.


–Lo siento, pero no es invencible, señor Alfonso.


–El trabajo duro no me asusta, Paula.


A ella tampoco, aunque él no quisiera creerlo.


–Ya sé lo que piensas de mí, Pedro, pero ¿No estás satisfecho con el número de horas que he trabajado esta semana?


–Sí, hasta el momento vas bien.


Ella ignoró el escepticismo que denotaba sus palabras, no hacía falta que lo dijera, él creía que ella no iba a aguantar en el proyecto. El tiempo le demostraría que estaba equivocado.


–Considero que es importante tomarse tiempo libre. Ayuda a recargar energía y a mantenerse despejado.


–No todo el mundo tiene esos lujos, Paula.


–¡Por favor! No eres uno de esos pobrecitos, Pedro, así que puedes dejar de actuar como un mártir.


Él echó la cabeza hacia atrás y soltó una carcajada, provocando que a ella se le acelerara el corazón. «Tranquila», se ordenó. «Has de ser divertida, animada».


–Si te enfermas por trabajar demasiado, ya sabes a quién le echará la culpa mi padre ¿No? –se dió una palmada en el pecho–. ¡A mí! Me niego a ser responsable de eso.


–Prometo que no voy a caer enfermo.


Ella lo miró un momento.


–Te gusta que te hablen claro, ¿Verdad?


–Cuanto más claro, mejor.


–De acuerdo, estás advertido... No permitiré que las consecuencias de tu exceso de trabajo saboteen mi restaurante.


Él empujó la silla hacia atrás y estiró las piernas.


–¿Te importaría explicármelo?


Ella le dedicó una dulce sonrisa.


–Me encantaría. Si no te tomas tiempo libre, si trabajas hasta agotarte, ¿Cómo pretendes tomar las mejores decisiones laborales? Si te cansas demasiado, tu capacidad de juicio se verá afectada. ¿Y de qué sirve estar tan obsesionado con el trabajo como tú? –ella no creía que ello ayudara a crear el hotel con el que su padre soñaba.


Pedro se cruzó de brazos y no dijo nada.


–Creo que es importante que la persona que esté a cargo tenga, y muestre, cierto equilibrio.

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