miércoles, 30 de marzo de 2022

Fuiste Mi Salvación: Capítulo 7

 –¿Que...? ¿Disculpa?


–Creo que lo tuyo no es la bisutería y los adornos, Valentina. Seguramente te parecerán demasiado. Pero puedes añadir un toque muy femenino poniéndote un fular. Y si te levantas por la mañana y no tienes ganas de ponerte femenina, puedes cambiar el fular por algo más provocativo o clásico. Con esos pómulos tan maravillosos que tienes y ese cuello tan largo, te quedará muy bien un fular. Creo que voy a daros una clase sobre cómo llevar pañuelos y bufandas.


Valentina se la quedó mirando.


–¿En serio?


–Claro. ¿Por qué no?


Valentina siguió mirándola como si acabara de confiarle todos los secretos del universo. Paula se aclaró la garganta.


–Valentina, ¿Quieres saber cuál es mi secreto?


La chica dió un paso adelante, expectante.


–¿Te refieres al secreto que te hizo ganar el concurso?


–Hay que fingir un poquito.


–¿Fingir? –Valentina frunció el ceño.


–Sí, eso es. Hay que hacer un poco de teatro, hacer que la gente crea lo que tú quieras que crean, que eres lista, guapa y que confías en tí misma. Si te comportas como si supieras que eres guapa y lista, como si tuvieras algo que aportar al mundo... Si caminas, hablas y miras a la gente con esa clase de confianza, si crees en tí misma, entonces todos empezarán a ver que tienes algo especial, y te tratarán con respeto. No es fácil –le advirtió–. Es muy duro conseguirlo. Pero funciona. Y al final te darás cuenta de que ya no estás fingiendo. Verás que realmente eres preciosa y confiarás en tí misma.


«Y entonces... A veces pasa algo que te lo arrebata todo de golpe... De nuevo...». Paula trató de no pensar en ello.


–¿Fingir? –repitió Valentina.


Paula levantó la barbilla y se puso erguida.


–Eso es. Bueno, ¿Te veo el jueves?




Pedro pisó el freno en cuanto vió a Valentina. Paró el coche junto a la acera. ¿Qué estaba ocurriendo? Le había dicho que iba a pasar el día horneando tartas con su amiga Lola y con su madre. ¿Qué estaba haciendo en la salida del recinto, hablando con una mujer a la que no había visto nunca? ¿Acaso tenía algo que ver con el concurso de Miss Showgirl? Reprimió un gruñido y apoyó la cabeza contra el volante un momento. Bajó del coche y respiró hondo.


–¿Valentina?


Valentina se giró de golpe. Al verle aproximarse levantó la barbilla.


–Hola, papá.


Lo dijo como si no pasara nada, como si no le hubiera mentido.


–¿Qué estás haciendo aquí? –trató de no alzar el tono de voz, pero fue inútil. Sabía que sus sospechas estaban a punto de ser confirmadas–. Me dijiste que ibas a pasar el día con Lola.


La chica se encogió de hombros sin más. Pedro se enfureció. ¿Dónde había estado toda la tarde? ¿Cuándo se había convertido en una adolescente rebelde? No se dirigió a la mujer que estaba con ella. Ni siquiera la miró.


–¿Y bien?... ¿Y bien?


Valentina se irguió. Durante una fracción de segundo algo brilló en sus pupilas, algo que Pedro casi reconocía.


–Me he apuntado al concurso de Miss Showgirl.


Sospechas confirmadas. Pedro respiró hondo.


–Te dije que no iba a tolerar que participaras en ese concurso.


Los ojos de Valentina relampaguearon.


–Pues yo decidí que no iba a seguir tu consejo.


–¡No era un consejo! ¡Era una orden!


Su hija en un estúpido concurso de belleza... «Por encima de mi cadáver...». 

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