miércoles, 2 de marzo de 2022

Irresistible: Capítulo 22

Después de tres días, Pedro se sintió invadido por la curiosidad y se dirigió a la cocina, el territorio de Paula. Durante esos días, ella y él habían estado muy ocupados y apenas habían pasado tiempo juntos. Ni siquiera habían comido al mismo tiempo. Cuando estaban en el apartamento, cada uno se centraba en sus informes. Pedro, en la mesa del comedor. Paula en la butaca. Él tenía que reconocer que ella estaba trabajando mucho. Quizá consiguiera finalizar el proyecto. Intentó hacer caso omiso de las dudas que lo asaltaban al respecto, respiró hondo, abrió la puerta de la cocina y miró en su interior. Pestañeó. Esperaba escuchar el ruido de ollas y sartenes y encontrar a Paula en un ambiente relajado. Pero no fue así. El ambiente era de tensión y Pedro entornó los ojos para tratar de comprender la situación. Paula estaba al fondo de la habitación, abriendo un paquete de verduras. A un lado, Luis, el cocinero jefe, estaba sentado en una mesa, encorvado. Otros seis cocineros y ayudantes de cocina trabajaban en silencio, mirándola con nerviosismo de vez en cuando. Pedro miró a Paula otra vez. Ella sacaba las verduras una por una, las miraba, y las dejaba sobre la encimera. La musculatura de su espalda se notaba muy tensa. Cuando terminó, apoyó el codo en el paquete y la cabeza sobre su mano. Él entró en la habitación. ¿Estaría enferma? Antes de que pudiera preguntárselo, ella se agachó para recoger otro paquete del suelo y lo dejó caer con fuerza sobre el mueble. ¡Guau! Pestañeó. Luis se sobresaltó. Igual que los cocineros y los ayudantes de cocina. Ninguno de ellos se había percatado de que él había entrado. Paula no sacó las verduras de la caja. Simplemente las revisó por encima, moviéndose de forma agitada. Había algo en su comportamiento que a Pedro le recordaba a Miguel cuando estaba a punto de explotar. Dió un paso atrás y llamó a la puerta. Todos se volvieron para mirarlo.


–Siento interrumpiros pero, Paula, te necesito en Recepción un momento.


Ella se volvió y lo miró como si no hubiese comprendido su petición.


–Necesito que firmes la recepción de un envío.


Ella meneó la cabeza, se secó las manos en el delantal y asintió.


–Sí, por supuesto –se dirigió hacia la puerta como si no pudiera esperar para salir de la cocina.


Una vez fuera, enderezó la espalda y miró a Pedro. Él se fijó en su mirada furiosa y se quedó sin respiración. De pronto, imaginó cómo sería besarla mientras estaba de ese humor, juguetear con ella hasta que el enfado se transformara en pasión. «Es virgen. Es la hija de Miguel. Solo es una relación laboral. ¡No lo olvides!», se amonestó.


–¿Qué envío? –preguntó ella cuando llegaron a Recepción–. No veo ningún envío.


Él la agarró por el brazo y la guió hasta el despacho que había detrás del mostrador de la Recepción y cerró la puerta. Ella había dicho que quería aprender cosas de él. Primera lección: Comunicación entre el personal.


–¿Quieres contarme qué está pasando en la cocina?


–¿Sabes lo que ha hecho ese idiota? Ha comprado productos de baja calidad solo porque el productor es su cuñado.


Paula paseó de un lado a otro y pronunció algo en italiano. Pedro permitió que descargara su enfado.

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