viernes, 29 de octubre de 2021

Tuyo Es Mi Corazón: Capítulo 1

 -Por supuesto que Paula será tu dama de honor. ¿Por qué no iba a serlo?


Nerviosa, Ivana barajó las invitaciones de la boda.


–Oh, no lo sé –contestó vagamente–. Solo lleva un par de meses en Nueva York. A lo mejor prefiere estar instalada del todo antes de volver a Londres.


–Y por eso no vino en Navidad –respondió la madre de Paula–. Pero ahora se trata de tu boda. Eso es diferente. Paula lleva toda la vida esperando el día de tu boda.


Ivana sonrió con desgana.


–En eso tienes razón. Paula parece haber nacido para vestirse de dama de honor.


Instintivamente, ambas miraron la fotografía que descansaba sobre la estantería. Era una fotografía de estudio en blanco y negro. La falta de color no hacía justicia ni al pelo dorado de Paula ni al azul inolvidable de sus ojos. Pero lo que sí reflejaba era su expresión divertida. Los ojos chispeaban. A pesar de la solemnidad de la pose, Paula parecía a punto de estallar en carcajadas. Diana Chaves sonrió mientras contemplaba la fotografía de su hija.


–Sí, todavía le encanta disfrazarse, ¿Verdad?


–Eh, ya no podemos decir que se disfraza. Ahora está trabajando para Elegance Magazine, es periodista del mundo de la alta costura.


Diana reprimió un suspiro.


–Desde luego, ha encontrado el trabajo ideal. Pero me gustaría que no hubiera tenido que irse tan lejos para conseguirlo.


Ivana tenía la sensación de que los miles de kilómetros que separaban la casa de los Chaves en Londres, y las oficinas de Elegance Magazine, era una de las razones por las que Paula había aceptado aquel trabajo. Ella no lo había dicho. Y, al fin y al cabo, era solo una impresión. Una débil impresión basada en un par de cosas que Paula había comentado dos meses atrás y a las que Ivana no había prestado entonces demasiada atención. Dos cosas que había que unir, por supuesto, a todo lo que no había dicho cuando Ivana había anunciado que iba a casarse con Manuel Viale. Y después había surgido aquella brusca salida a los Estados Unidos. Pero, por otra parte, Paula siempre hacía las cosas sin pensar. Olvidándose de la lista de invitados, Ivana mordisqueó el bolígrafo. Bueno, quizá no fuera nada. Las sensaciones nunca habían sido su fuerte. Era Paula la que siempre comprendía los motivos por los que la gente hacía determinadas cosas, no ella, que era la más cerebral de las dos hermanastras.


–Paula…


Ésta alzó la mirada. Diana la estaba observando con los ojos entrecerrados. La joven pestañeó. Quería y respetaba a su madrastra, pero todavía le costaba enfrentarse a su agudeza y astucia.


–¿Hay algo que debería saber? –preguntó Diana quedamente.


Era una pregunta que Ivana había estado esperando durante semanas. En parte, porque no conocía la respuesta. Y en parte, porque a veces, durante la madrugada, cuando Manuel dormía y ella soñaba despierta entre sus brazos, no podía evitar preguntarse si estaría consiguiendo su felicidad a expensas de la de Paula.


–No –contestó poco convencida.


Diana no era un ogro, pero cuando algo no la convencía, no renunciaba fácilmente.


–¿Le ocurre algo malo a Paula?


–Yo…


–Cuéntamelo, Ivana.

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