lunes, 25 de octubre de 2021

La Heredera: Capítulo 73

Paula tragó saliva. Ahora sí era consciente del abismo que se abría bajo sus pies. ¿Es que Pedro no se daba cuenta? ¿Por qué no la tomaba en sus brazos? Pero él estaba decidido a mantener una distancia prudencial.


—¿Qué puedo hacer para que confíes en mí? —dijo—. Paula, lo que existe entre nosotros solo ocurre una vez en la vida. Démonos una oportunidad, por favor.


Paula lo miró a los ojos. La expresión de Pedro transmitía honestidad. Eso la aterrorizó. Pero al mismo tiempo se sentía la mujer más afortunada del mundo. 


—No estoy segura —dijo con la voz cambiada.


—Concédeme el día de hoy. Pásalo conmigo. Si al final no quieres que durmamos juntos, o quieres irte, lo entenderé.


Era una proposición sincera y pacífica. Pero el abismo seguía bajo sus pies. ¿Iría en serio o terminaría abandonándola como a las otras? Si la dejaba, Paula sabía que haría pedazos su autoestima y su corazón. ¿Podía arriesgarse? La expresión de Pedro no mentía. Era casi irreconocible, equilibrada y tierna. Él tendió su mano hacia ella y Paula, sin saber muy bien qué hacía, aceptó. Las horas que siguieron fueron extrañas. Parecían formar parte de un sueño. Hubo una tormenta y el cielo se encapotó. Los truenos hicieron que las luces parpadearan. Pedro le enseño la casa, llena de tapices y porcelanas, que recordaban la historia de Calabria.


—Existen ruinas en toda la zona y me han pedido permiso para excavar.


—¿Vas a permitirlo?


—Desde luego.


—Pero invadirán tu privacidad.


—La propiedad privada es un mito. No debes creer en eso.


—¿Y por qué te interesaste por este lugar?


—Mi padre nació muy cerca de aquí. Yo tenía dieciséis años cuando vine por primera vez en busca de mis raíces.


Paula aceptó la explicación. Parecía que Pedro se sentía incómodo hablando de ese tema, pero no podía reprimir la curiosidad. Al fin y al cabo, él la había invitado a que escarbase en su pasado hasta conocerlo a fondo.


—¿Sigues viendo a tu padre?


—Creo que me lo he buscado —suspiró—. Sí, todavía nos vemos. ¿Quieres conocer toda la historia?


Paula movió la cabeza afirmativamente.


—Mi padre es de un pueblecito de Calabria, hacia el norte. Fue a Croacia de vacaciones y tuvo una aventura con mi madre. Después se trasladó a los Estados Unidos. Mi madre siempre pensó que era un aristócrata, pero no era más que el hijo de un terrateniente de la zona con mucha labia.


—No te cae bien, ¿Verdad?


—¿Qué? No, no es eso. No supo de mí hasta mucho tiempo después. Para entonces, tanto mi madre como él se habían vuelto a casar. Fue amable conmigo, pero no somos muy íntimos.


—¿Y tu madre?


—Tampoco estamos muy unidos, pero por razones diferentes. Siempre me ha considerado el heredero de algún reino fantástico. Nos mudamos a Australia por eso. Quería proporcionarme una educación especial porque yo era su tesoro. Pero ha sido una buena madre para mis hermanastros. Fue un alivio para todos que yo abandonara el nido. Estaba algo obsesionada conmigo. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario