viernes, 15 de octubre de 2021

La Heredera: Capítulo 53

 —No lo había pensado —rió Paula, más relajada.


Pedro también sonrió, pero no dijo nada. Estaba concentrado en la conducción. Era la hora punta, pero se comportaba con mucha calma y mostraba una paciencia que Paula no habría esperado.


—¿Te gusta conducir? —preguntó, mientras doblaban la esquina de Hyde Park.


—Supongo que sí. Me gusta probarlo todo y no descarto ninguna posibilidad.


Paula reconoció enseguida el tono ambiguo y burlón de Pedro. No le gustaba la forma en que jugaba al desconcierto con ella. Al menos, ya conocía esa faceta suya. 


—¿Y qué haces cuando estás en tus otras residencias?


—En Nueva York, alquilo. En Sidney, comparto. Y en Milán, utilizo el coche de la empresa.


Paula quiso preguntar con quién compartía el coche en Sidney, pero no lo hizo. Sabía que no era asunto suyo. Pero no podía evitar pensar en ello. Tamara le había dicho que Pedro solía tener una chica distinta cada mes, pero podía tener una relación formal en Sidney sin que su secretaria lo supiera. Sintió un frío repentino. Se subió las solapas de la gabardina y se acurrucó en el asiento.


—¿Tienes frío? —preguntó Pedro—. Encenderé la calefacción.


Pedro apretó el mando en el salpicadero y una bocanada de aire caliente acarició los tobillos de Paula. Agradecida, se relajó un poco mecida por el aire caliente.


—Supongo que estoy cansada.


—No me sorprende. Me da la impresión de que nunca desconectas del trabajo. No me explico cómo no explotas —añadió Pedro algo enojado.


Paula se sentía más cómoda cuando Pedro estaba enfadado que cuando se mostraba cálido y tierno.


—Soy un percherón —dijo con cierta suficiencia—. Sencillamente, no puedo parar.


—Necesitas un cambio —dijo Pedro, en el mismo tono.


—No es verdad.


—Es por tu bien —señaló—. Nadie debería ser como un autómata a los veintinueve.


—No soy un autómata —protestó Paula.


Se sorprendió al comprobar que Pedro recordaba su edad. Era lo primero que le había dicho en la fiesta y nunca hubiera creído que él hubiera prestado demasiada atención a ese dato.


—Tus padres piensan igual que yo —añadió.


Paula se puso a la defensiva. El proyecto más importante que Alfonso y Asociados se traía entre manos era la nueva sede de Chaves, junto al río. Esa misma mañana, Pedro había estado inspeccionando el lugar. Pero en ningún momento le había comentado que hubiera hablado con su padre. Y resultaba mucho menos evidente que hubiera charlado con Diana.


—¿Mis padres? —repitió con frialdad. 

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