lunes, 25 de octubre de 2021

La Heredera: Capítulo 75

Durante los siguientes tres días, Paula vivió un auténtico sueño. Nunca se separaba de Pedro. Paseaban por la playa de la mano y organizaban las tareas juntos. Incluso cocinaban y fregaban los cacharros en un elocuente silencio. Y hacían el amor a todas horas, en todas partes.


—Eres maravillosa —dijo Pedro.


Paula estaba encantada. Hubo tan solo dos temas que no tocaron. Por un lado, no comentaron nada sobre la manía de Pedro de cambiar de novia cada mes. Y, en segundo lugar, no hicieron planes de futuro. Pero ella no estaba preocupada. Se había entregado a él y confiaba plenamente en su palabra. Incluso en el avión de vuelta, todavía se sentía embargada por esa sensación de paz pese a haberse despedido de él en Nápoles. Pedro le había rogado que lo acompañara a Milán, pero ella no podía.


—Se lo prometí a Fernando —dijo.


—¿Siempre cumples tu palabra?


Ella lo besó en la puerta de embarque, antes de separarse.


—Siempre.


—Espera mi llamada.


—Te lo prometo.


Y así lo hizo, pero para entonces todo había cambiado. Todo empezó cuando Paula regresó a su departamento. Escuchó los mensajes en el contestador. La mayoría eran de Diana, que parecía muy nerviosa. Paula telefoneó enseguida a casa de sus padres.


—Diana, soy yo. ¿Qué pasa? ¿Le ha ocurrido algo a papá?


Pero no se trataba de Miguel, sino de Ivana. Paula debía haberlo supuesto.


—Dice que has pasado el fin de semana con Pedro Alfonso. ¿Es cierto?


—Sí —corroboró Paula.


—Querida, no dejes que te rompa el corazón igual que ha hecho con Ivana —sollozó Diana. 


—¿Qué?


—Nunca debí dejar que tu padre lo invitara a la fiesta. Sabía que le gustaba a Ivana. Y conocía su reputación. Estuvo saliendo con la hija de Teresa Granger y luego la dejó sin previo aviso.


—Al cabo de un mes —puntualizó Paula.


—Ivana ni siquiera tuvo un mes. Salieron un par de veces y luego dejó de llamarla.


Paula no dejaba de preguntarse si habría dejado a su hermanastra antes o después de acostarse con ella. ¿Acaso no pensaba contárselo nunca? Habían hablado sin parar durante el fin de semana. Pero no había mencionado a Ivana en ningún momento.


—Ivana siempre supera los reveses con buena cara. Nunca pensé que pudiera sentirse tan dolida. O que tú...—la voz de Diana se quebró.


—...le robara el novio —terminó Paula.


—Cariño, no digas eso. No lo sabías. Ivana no se lo había dicho a nadie, ni siquiera a mí. Pero debí ver los síntomas.


—¿Qué quieres que haga? ¿Hablar con ella? ¿Quieres que deje de ver a Pedro?


—Solo que no te haga daño a tí también —suspiró Diana.


Paula se despidió de su madrastra y colgó. Siguió sentada junto al teléfono hasta que Pedro llamó. Escuchó su voz en el contestador. Sonaba decepcionado. «Canalla», gritó, y tiró una taza de café contra la pared. Pedro volvió a llamar cada hora. Luego, incrementó el ritmo. Al final del día, parecía verdaderamente preocupado. Ella pensó que, por una vez, estaba probando su propia medicina. A la mañana siguiente, se presentó en la oficina de Alfonso y Asociados a las seis y media. Trabajó todo el día a conciencia. No habló con nadie y ni siquiera paró para comer. Se limitó a beber café. En contra de lo esperado, Pedro no llamó. Puede que estuviera muy ocupado o que hubiera perdido interés. Paula se felicitó por ello. No estaba preparada para verlo, cuando irrumpió en el despacho a las dos en punto. Cerró la puerta de golpe. 

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