miércoles, 27 de octubre de 2021

La Heredera: Capítulo 76

 —¿Qué está pasando?


—¡Pedro! —Paula palideció. 


—Sí, soy yo. El mismo al que prometiste que esperarías su llamada junto al teléfono.


—Eso fue ayer por la mañana —dijo Paula con parsimonia.


—Creí que cumplías tu palabra.


Paula pestañeó. Había imaginado cómo sería su siguiente encuentro. Era casi en lo único en lo que había pensado en las últimas dieciocho horas. Y nunca había sopesado la idea de no llevar razón.


—Bueno, lamento lo que pasó —dijo enfurecida—. Pero he decidido adelantar mi muerte.


—¿Cómo? —dijo Pedro, aturdido.


—Ha sido genial. Pero creo que voy a ahorrarme las próximas tres semanas e ir directamente al cubo de la basura.


—¿De qué demonios estás hablando?


—¿Acaso no es ese el plazo que concedes a tus conquistas? He pensado en adelantarme, eso es todo.


—¿Qué es lo que te han dicho? —preguntó Pedro—. Si has escuchado rumores, ¿Por qué no me lo has preguntado directamente?


—No lo necesito. He leído tu correo electrónico —apuntó con una sonrisa glacial—. Y mi hermana me lo contó todo antes de que supiera de quién hablaba. Al enterarme, de pronto todo encajó.


—¡Tu hermana! —dijo asombrado—. ¿Ivana? ¿Se supone que hemos tenido una aventura?


—¿No fue así?


—Claro que no.


—No te creo.


—Te estoy diciendo la verdad. Nos hemos visto exactamente cuatro veces, pero nunca ha habido nada entre nosotros. La he acompañado un par de veces a su casa y la besé una vez —admitió Pedro—. Pero nunca hemos tenido una cita y jamás me he acostado con ella. Puede que se haya encaprichado de mí, pero yo nunca habría consentido una relación. Es la hija de Miguel Chaves y yo nunca mezclo el trabajo con el placer.


—Eso es mentira —replicó Paula profundamente dolida.


—Tú eres una excepción en mi vida. 


—Vamos —dijo Paula—, recuerdo perfectamente que no le quitabas los ojos de encima a Ivana durante la fiesta.


—Era a tí a quien no podía dejar de mirar —gritó Pedro, desesperado—. Piénsalo. Me dijiste a las claras que no salías con nadie y que yo no te gustaba. ¿Qué clase de tipo insistiría en un caso así? Pero estaba loco por tí.


Paula no lo creía, pero deseaba creerlo. Se sentía terriblemente desgraciada.


—Escucha —prosiguió Pedro—. He roto todas las reglas por tí. ¿Es que eso no te basta? No he podido dejar de pensar en tí desde aquella fiesta. Nunca pensé en iniciar una relación. Pero entonces te besé en la limusina. ¿Lo recuerdas? Dijiste que necesitaba un poco de educación. Entonces tuve la certeza de que había encontrado a mi media naranja. Te quiero, Paula.


—Nunca te detienes, ¿Verdad? —dijo Paula entre lágrimas—. No se trata de amor, sino de ganar. Todo el mundo sabe que persigues a las mujeres hasta que se rinden ante tí, y luego las abandonas. Yo era un reto, una presa mucho más codiciada que la pobre Ivana, así que viniste a por mí. Ahora tienes que retirarte o habrás perdido la partida.


—No lo dices en serio.

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