miércoles, 27 de octubre de 2021

La Heredera: Capítulo 77

Pero Paula hablaba muy en serio y los dos lo sabían. Sin mirarlo, guardó sus cosas en el maletín. Las manos le temblaban.


—Bien, puedes apuntarte esta victoria —dijo y se sonó la nariz—. Creí que estaba enamorada. Confié en tí. Te felicito.


Paula cerró el maletín y rodeó la mesa, pero Pedro se interpuso en su camino. Estaba muy tenso y los ojos verdes eran dos rayas muy finas.


—Me voy —dijo Paula.


No tenía miedo. Nada de lo que Pedro pudiera hacer la intimidaba. Pero se equivocaba. Él le arrebató el maletín y lo lanzó contra la pared. Todos los papeles saltaron por los aires tras el impacto. Mientras, se abalanzó sobre ella y la besó con tanta pasión que el cuerpo de Paula se estremeció de placer. Recorrió con sus dedos la nuca y el pelo de él. Conocía cada parte de su cuerpo de memoria, su aroma y hasta el latido de su corazón. Paula se apartó con esfuerzo y salió huyendo del despacho. 



Al llegar a la calle, Paula se dió cuenta que había olvidado el bolso en el despacho de Pedro. No tenía dinero, ni tarjetas de crédito ni las llaves de casa. Pero no tenía intención de regresar a buscarlo, así que comenzó a andar en dirección a su departamento. Las calles estaban atestadas de trabajadores que volvían a su puesto después de comer. Mujeres elegantes entraban y salían de las boutiques de moda. Algunas personas la miraron con extrañeza. Paula comprendió que todavía estaba llorosa y se secó las lágrimas con rabia. Tomó prestado un juego de llaves a los porteros y fue directamente a la ducha. Sabía que tenía que llamar a Tamara para recuperar sus pertenencias, pero prefirió esperar. El timbre de la puerta sonó justo cuando salía de la ducha. Vaciló un momento. ¿Podría Pedro haber convencido a los porteros para que lo dejaran subir? Se cubrió con el albornoz y fue hasta la puerta.


—Oh, eres tú —dijo decepcionada.


—¿Dónde te habías metido? —preguntó Ivana, que llevaba consigo el maletín de Paula—. Llevo horas en compañía de Ludmila Larsen. Estaba preocupada.


—He estado paseando.


—Creo que has hablado con mamá.


—Bueno, yo...


—No tienes que explicármelo. Pedro me ha llamado.


Paula se sonrojó.


—Me dijo que quería que me pasara por allí a recoger tus cosas. Pero, en realidad, quería saber qué tiene que hacer para que entres en razón.


—No creo que lo que haya habido entre Pedro y yo sea de tu incumbencia.


—Sí desde el momento en que mamá ha metido baza —dijo Ivana—. Puede que me encaprichara con él. Me sentía rechazada. Pero luego descubrí que es una gran persona. Eso fue todo.


—Dijiste que estabas enamorada —recordó Paula.


—Eso pensaba entonces —reconoció Ivana—. Pero, ¿Qué diablos sé yo acerca del amor? Además, él no estaba interesado.


—¿Nunca? —preguntó Paula esperanzada.


—Nunca —aseguró Ivana—. Solo te ha querido a tí. 

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