viernes, 1 de octubre de 2021

La Heredera: Capítulo 30

Paula tragó saliva, apartó la mirada y procuró recuperar la entereza.


—No para los hombres que yo he conocido —ironizó, y bebió un sorbo de vino.


—Ya le comenté que había salido con unos tipos muy raros —rió Pedro.


Levantó su copa y brindó con ella en silencio. Paula estaba acalorada.


—Estupendo —murmuró—. Esto es justo lo que necesito.


—No —replicó él—. Necesita mucho más. Pero es un principio.


—Quiero decir...—Paula se paró en seco consciente del peligro—. Olvídelo. 


Una voz interior le aconsejó que llevara la conversación a su terreno. Buscó su mejor sonrisa para la ocasión.


—¿Quiere que le haga un resumen de mi estudio preliminar?


—¿Tan pronto? ¿Ya ha sacado sus propias conclusiones?


—Soy muy perceptiva —recalcó Paula.


—¿Y qué ha percibido? —preguntó Pedro, con cierto descontento.


Paula estaba indecisa. No sabía cómo actuar. En calidad de profesional, sabía que no convenía iniciar la guerra hasta no haber asegurado posiciones. Pero su instinto la animaba a saltar directamente a la yugular de su oponente.


—¿Hay demasiadas escaleras y faltan máquinas de café? —ironizó Pedro.


—Hay demasiadas tareas y ninguna prioridad —contestó Paula.


—Una deducción brillante. Creo que podría aplicarse a cualquier empresa en proceso de expansión.


—No lo crea —negó Paula enojada—. Solo ocurre cuando el negocio lo lleva alguien obsesionado por el control y que se comporta como una urraca. ¿Comprende a qué me refiero, Pedro? Alguien que acepta todo lo que le ofrecen, tanto si le interesa como si no. Alguien como usted.


Pedro estaba boquiabierto, pero Paula no pensaba darle una sola oportunidad. Llevaba rumiando el discurso todo el día.


—¿No puede resistirse, verdad? Acepta cualquier proyecto que le ofrezcan, siempre que sea lo suficientemente difícil y que ningún otro despacho esté dispuesto a asumirlo —concluyó Paula sin aliento.


Hubo un breve silencio. Paula respiraba con dificultad mientras esperaba la reacción.


—¿Está criticando la manera en que dirijo mi negocio? ¿O está diciéndome que no tengo la menor oportunidad con usted?


Sus ojos eran dos ascuas de un verde intenso. No estaba bromeando, y parecía realmente irritado. En todo caso, Paula descubrió que estaba disfrutando.


—Hablo de negocios. Para eso me paga. Lo otro cae por su propio peso y no sería profesional.


Se miraron detenidamente. La mirada de Pedro era siniestra. 


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