lunes, 18 de octubre de 2021

La Heredera: Capítulo 58

Lo empujó de nuevo, más fuerte. Eso excitó todavía más a Julián, que la sujetó con tanta fuerza que ella apenas podía respirar. Paula forcejeó, pero el tacón del zapato se metió en una ranura del suelo y se partió; se tambaleó y tuvo que agarrarse a Jamie para no caer. A los ojos de Julián, ese gesto había sido una rendición.


—Paula —susurró.


—¡Suéltame! —gritó ella.


—No lo dices en serio. Estamos hechos el uno para el otro.


—Te digo que me sueltes —repitió Paula, que procuraba mantener el equilibrio.


—Ahora —indicó una tercera voz.


Pedro sujetó a Julián por el brazo y liberó a Paula de la presión. Se interpuso entre ellos. Ella se trastabilló y se quedó sentada sobre un escalón. 


—Será mejor que entre y se beba un café cargado —amenazó Pedro.


—¿Cómo se atreve a intervenir? ¿Quién le ha dado permiso?


—Paula —dijo Pedro.


—¿Paula? —rió Julián.


—Exacto —señaló Pedro—. Es usted quien se inmiscuye entre nosotros. Lamento que el vestido de Paula lo haya confundido, pero estaba destinado solo a mí. 


Paula se incorporó y se apoyó contra una columna.


—Eso no es cierto —balbuceó.


—Y además —concluyó Pedro, sin cambiar de tono— ya me había ofrecido para acompañarla a su casa antes de que pierda el control. 



Sin esperar su consentimiento, Pedro la agarró por la cintura y la levantó. Paula apenas ofreció resistencia. Se sentía muy extraña mientras él la conducía, casi en volandas, a lo largo de la terraza. Renunció a regresar al salón de baile y la llevó hasta una habitación contigua que resultó ser la biblioteca. La chimenea estaba encendida y confería a la estancia un aire muy acogedor. Algunas parejas tomaban café junto al fuego, alejados del bullicio. Nadie les prestó atención.


—Muy romántico —puntualizó Paula con desdén.


—¿Y eso qué tiene de malo? —pregunto Pedro.


—Nada de esto es real —añadió con cierto desprecio.


—¿Hablas por experiencia propia?


—Desde luego —aseguró perdiendo la discreción.


—Algún día tendrías que contármelo —dijo Pedro, mientras cruzaban entre las parejas.


—Lo haría si te interesara realmente —musitó Paula, pero tan bajo que él no la oyó. 

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