miércoles, 22 de agosto de 2018

Dulce Amor: Capítulo 58

El  timbre  volvió  a  sonar.  Paula intentó  incorporarse.  Jadeando,  miró  hacia  abajo y se arrepintió de haberse comprado unos vaqueros talla treinta y ocho cuando era obvio que necesitaba una cuarenta. ¿Por qué diablos lo habría hecho? El  timbre  volvió  a  sonar.  Decidió  cambiarse  de  pantalón.  Pero  no  podía  desabrocharse  el  botón,  y  mucho  menos  la  cremallera.  El  timbre  volvió  a  sonar.  Se  levantó con los ojos llenos de lágrimas. Los vaqueros le apretaban dolorosamente la cintura y tenía dificultades para respirar. ¿Cómo diablos se habría metido en aquel lío? Recorrió el dormitorio frenéticamente con la mirada, buscando unas tijeras, un cuchillo, algo...

—Llevo un montón de tiempo llamando. Estaba empezando a preocuparme —oyó  la  voz  de  Pedro,  cada  vez  más  próxima—.  Yo...  —asomó  la  cabeza  por  la  puerta—. Vaya, no sabía que no estabas vestida —comentó al verla con los vaqueros y un sujetador—. Eh... tu madre me ha dicho que pasara.

—Gracias —dijo  con  voz  suave  y  temblorosa—,  por  haber  estado  a  mi  lado  durante  todo  el  día.  Eres  magnífico.  Verdaderamente  te  mereces  la  exclusiva  de  mi  Chocolate Cherry Cha—Cha.

—¿Por eso has ido al  restaurante?   ¿Para decirme que  todavía  tengo  la  exclusiva? Pero si tú ganaste la apuesta.

—En  realidad  no.  Bueno,  sí,  pero  el  caso  es  que  no  me  acosté  contigo  por  la  apuesta. Por lo menos no del todo. Tenías razón sobre mí.

—Pero si no eres frígida.

—No, pero estaba asustada, y te deseaba. Todavía estoy asustada. Y todavía te deseo —Paula lo miró angustiada—. ¿Qué tiene ella que no tenga yo?

—¿Quién? —Pedro vislumbró  un  pezón  a  través  del  encaje  del  sujetador  y  la  boca se le secó al recordar el contacto de su lengua con aquel delicioso montículo.

—La mujer con la que estabas.

—¿Qué mujer?

—La rubia. ¿Qué tiene ella que no tenga yo?

—Nada, cariño —Paula se  mordió  el  labio   y  Pedro sintió   un   calor   inconfundible en su sexo—. Tienes de todo.

—Me sobra de  todo  —bajó  la  mirada  hacia  los  pantalones—.  Mira,  me  los  compré el año pasado. Son mis vaqueros preferidos. Deseaba tener unos vaqueros de la talla treinta y ocho. Deseaba ser tan perfecta como la Barbie con la que estabas.

—Son bonitos. Pero estarías mejor sin ellos, ¿Por qué no te los quitas? —sugirió seductoramente.

Dos enormes lagrimones rodaron por las mejillas de Paula.

—No puedo, los tengo prácticamente incrustados.

—¿Incrustados?

Paula asintió frenéticamente, sin dejar de llorar.

—Veamos qué podemos hacer al respecto.

Pedro demostró  ser  un  maestro  en  el  arte  de  las  cremalleras.  Los  vaqueros  cedieron  fácilmente  bajo  sus  ansiosas  manos.  Cuando  terminó  su  tarea,  abrazó  a  Paula y la besó.

—No deberíamos estar haciendo esto —susurró ella.

—No —murmuró Pedro, mordisqueándole el hombro—, no deberíamos.

—Esperamos cosas diferentes de la vida.

—Me temo que en este momento los dos deseamos lo mismo.

—De  acuerdo,  nos  sentimos  atraídos  el  uno  por  el  otro  —musitó  ella,  casi  sin  respiración.

—Desesperadamente atraídos.

—Sí,  desesperadamente  atraídos  —Paula comenzó  a  acariciarle  el  cuello—, pero eso no cambiará nada. Más allá de la cama, no tenemos ningún futuro.

 —Entonces quedémonos en la cama.

La mañana llegó demasiado pronto. Y con ella la realidad. Pedro se levantó justo antes del amanecer. Paula se sintió terriblemente culpable al verlo saltar de la cama a esas horas, pero en cualquier caso, ella tampoco iba a seguir durmiendo. Tenía que trabajar  y  dejar  de  lado  lo  que  había  pasado  aquella  noche.  Porque  aquella  noche,  Paula Chaves se había enamorado más profundamente de Pedro Alfonso y necesitaba algo en lo que ocupar su tiempo. Lo que habían compartido era una noche de sexo, se recordó. Nada más.Tres días más y Pedro habría desaparecido para siempre de su vida, que por fin podría volver a la normalidad.Lo  que  tenía  que  hacer  era  asegurarse  de  mantener  las  distancias  durante  ese  tiempo.

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