—La que me está volviendo loca es mi madre, y Pedro Alfonso y...
—Eso es lo que te estoy diciendo. Necesitas una noche de pasión y sexo con ese hombre al que deseas intensamente.
—Tienes razón. Le deseo y él me desea. Pero estoy asustada.
—Entonces llámalo y dile que has cambiado de opinión.
—Son las tres de la madrugada, mañana tengo muchas cosas que hacer... Mejor dicho, hoy.
—Pero si hoy es domingo.
—Y yo soy la única propietaria de esta empresa. Tengo muchas responsabilidades.
—Y también eres una mujer y tienes ciertas necesidades.
Una mujer desesperada, admitió después de colgar.
—Tienes un aspecto tan terrible como esta cocina —dijo Alejandra cuando Paula se sentó a la mañana siguiente a la mesa. Señaló con la mirada el envase de helado vacío y sonrió—. Parece que tú y Pedro estaban hambrientos...
—¡Mamá!
—No tienes por qué avergonzarte, yo también he sido joven. Cuando estábamos comprometidos, no éramos capaces de quitarnos las manos de encima.
—No quiero oírlo, mamá.
—Nos íbamos al campo y nos montábamos en la parte de atrás de su furgoneta...
—Por favor, para.
—Él me abrazaba...
—Creo que me estoy mareando.
—Me tocaba justo aquí —Alejandra señaló y Paula cerró los ojos— y me volvía completamente loca.
—¡Cómete una pasta, mamá! —Paula le puso la fuente delante.
—Ah, de crema de queso. Mi favorita —Alejandra tomó una pasta—. Después de una noche de aquéllas era capaz de comerme cualquier cosa así que te comprendo perfectamente. Bueno, y ahora hablemos de la boda.
—¿Qué tal está la pasta, mamá?
—Muy rica, cariño. Por lo visto Pedro y tú están pensando en un largo noviazgo, ¿Verdad? Todavía no han puesto fecha de boda, pero deberías pensar en casarte pronto, puesto que parece que se están preparando para tener una familia ¿Eh?... Supongo que Pedro no estará metiendo el coche en el garaje sin ponerle la capota, ¿Verdad?
—¡No!
—Porque ya sé yo que al calor del momento una se olvida hasta de su nombre.
—Cómete otra pasta, mamá.
—Gracias, hija. Y ahora volvamos a lo de la boda. Quiero ayudarte a hacer todos los preparativos así que he estado pensando en cancelar el crucero.
—Imposible. Ya está pagado. Y además, necesitas descansar.
—Eso es exactamente lo que ha dicho el médico y, por supuesto, tiene razón. ¿Pero cómo voy a disfrutar de esas comidas maravillosas y de mi Bloody Mary diario si me siento culpable por haber dejado sola a mi niña cuando más me necesita?
—Estaré perfectamente, mamá.
—Claro que lo estarás, pero en cuanto te haya ayudado a quitarte de en medio algunos de los preparativos. Y es la razón por la que mañana mismo vamos a salir de compras.
—¿De compras?
—Tenemos que empezar a pensar en las invitaciones de boda. Después nos iremos a mirar los trajes y la música. Y luego...
—Pero mamá...
—Ya sabes cariño que vivo para ver ese día —su madre sonrió y sus ojos brillaron de puro júbilo.
Paula tenía que aclarar la situación. Cuanto mayor fuera la alegría de su madre, más dura sería la caída.
No hay comentarios:
Publicar un comentario