lunes, 6 de agosto de 2018

Dulce Amor: Capítulo 27

—¡Niños! —gritó su madre en cuanto abrió la puerta—. Les he traído un poco de queso,  unas  galletas  y...  Oh,  Dios  mío  —dejó  los  platos  rápidamente  en  la  mesa—. Creo   que   será  mejor  que  los   deje...   trabajando —cerró  la  puerta,  dejándolos  completamente solos.Y besándose.

Pedro devoraba su boca mientras acariciaba su espalda. Paula sentía sus dedos ardientes  a  través  de  la  blusa.  Pedro abandonó  sus  labios  y  mordisqueó  suavemente  su cuello.

—Ya se ha ido mi madre —musitó Paula casi sinrespiración.

—Ummm.

—Ya podemos dejar de besarnos.

—Ummmm...

—Peso demasiado —se mordió el labio mientras Pedro alzaba las manos hasta el inicio de sus senos—. Tengo que levantarme.

—Eres ligera como una pluma.

—Pues a mí no me lo parece.

Se sentó a horcajadas sobre él.

—A mí sí.

Paula, sintiendo la presión de su sexo entre las piernas, se frotó contra él. Pedro gimió,  sobrecogido  por  una  verdad  que  a  esas  alturas  ya  debería  haber sido evidente para él: Paula Chaves era toda una mujer, un modelo de feminidad con numerosas curvas que la hacían absolutamente deseable. La  deseaba.  La  deseaba  aunque  no  tuviera  el  cuerpo  de  una  modelo.  Aquella  certeza  se  imponía  sobre  el  sentido  común,  sobre  el  hecho  de  que  debería  estar  trabajando  y  sobre  la  más  que  probable  posibilidad  de  que  su  madre  volviera  a  interrumpirlos. Nada importaba. Pedro jugueteaba con los botones de su blusa mientras le lamía seductoramente  el  cuello,  haciéndole  sentirse  como  una  mujer  salvaje,  fuera  de  control. Agresiva y hambrienta. La levantó en brazos y rodeó con ella el escritorio. La sentó en la mesa, se acercó  a  la  puerta  y  gimió  al  no  encontrar  ningún  cerrojo.  Miró  desesperado  a  su  alrededor  y  colocó  una  planta  delante  de  la  puerta  antes  de  acercarse  de  nuevo  a  Paula.

—No traes a hombres por aquí muy a menudo, ¿Verdad?

—No  salgo  con  ninguno  desde  que  tuve  una  cita  con  Esteban.  Pero  eso  era  cuando  estaba  en  la  universidad.  En  realidad  no  lo  deseaba...  O  al  menos  no  tanto  como te deseo ahora. Y supongo que él tampoco me deseaba a mí, porque se fue muy poco después y desde entonces no he vuelto a verlo.

—Bien. Dilo otra vez.

—No  he  vuelto  a  verlo...  —Pedro la  interrumpió  con  un  largo  y  apasionado  beso.

—No me refiero a eso. Dí que me deseas ahora.

—Te deseo ahora.

Pedro ach  le  desabrochó  la  blusa  y  se  la  deslizó  por  los  hombros.  La  primera  tentación de Paula, fue intentar cubrirse.

—No —le pidió Pedro tomando sus manos.

—Pero la luz está encendida, y puedes verme... Esto ya es demasiado...

—Perfecto —susurró Pedro con admiración antes de besarla de nuevo.

Paula olvidó  al  instante  todas  sus  inhibiciones.  Le  desabrochó  y  le  quitó  la  camisa mientras él luchaba frenéticamente contra su sujetador.

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