—¿Qué es esto?
—Alto Poder Regenerador 2000. Es un nuevo producto que acaba de salir. El último del mercado. He pensado que quizá quieras probarlo.
—Bueno... Caramba —Diego tragó saliva—. No sé qué decir.
—No es que yo crea que se te está cayendo el pelo, pero si esto te hace sentirte mejor...
Diego miró el frasco como si fuera de oro.
—Es lo mejor que has hecho por mí desde que le diste una paliza a Marcos Williams por haberme quitado el almuerzo.
—Era demasiado grande para meterse con un pelele como tú. ¿Ya ha llegado la gente de la agencia publicitaria?
—Están en la mesa número cinco.
—¿Y tú vas a reunirte con nosotros?
—La verdad es que tengo que ir a darme un masaje capilar.
—¿No ha funcionado la ensalada?
—Me daba hambre. He engordado un kilo y medio. Pero estoy seguro de que esto funcionará. Lo probaré después del masaje —tomó su maletín y guardó su preciado frasco.
Pedro se despidió de su amigo y pasó la hora siguiente hablando con Clara y con Darío de nuevas ideas publicitarias para Wild Man Ribs... Y haciendo el esfuerzo de su vida para no pensar en Paula Chaves. Estaba a punto de conseguirlo cuando les llevaron un pedazo de tarta Chocolate Cherry Cha—Cha. Con cada bocado, pensaba en ella, la saboreaba a ella... La deseaba a ella. Maldita fuera, la situación era terrible. En condiciones normales, le habría bastado con poner en juego la férrea determinación de Alfonso El Salvaje e ir tras lo que deseaba. Unas cuantas sonrisas, un poco de coqueteo y cualquier otra mujer estaría en menos de veinticuatro horas comiendo de su mano. Pero eso no bastaba con Paula Chaves. Y aunque le hacía feliz que así fuera, también era la causa de una inmensa frustración. Se descubrió a sí mismo rechazando la compañía de la atractiva Clara con la que se tomó unas copas tras la reunión, para volver a un departamento vacío.Estar en casa un sábado por la noche con la única compañía de una loción para oscurecer las canas era un síntoma claro de que estaba fatal. Y, para rematar su depresión, se descubrir dos canas más.
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