lunes, 6 de agosto de 2018

Dulce Amor: Capítulo 30

—Mamá, hay algo que quiero decirte.

—Afortunadamente, parece que no estoy teniendo problemas de salud. Porque la verdad es que he dudado muy seriamente si podría llegar a asistir... —se llevó la mano al corazón, como sobrecogida por un dolor repentino— a tu boda.

—Mamá, ¿Qué te pasa?

—Es sólo un poco...

—¿Mamá?

—No es nada hija, sólo son gases. No ha sido nada serio. Por lo menos por esta vez.

—Será muy divertido ir de compras.

—Estupendo. Mañana mismo iremos.

—Mañana es lunes, mamá. Es el día de la semana que más trabajo tengo.

—Tómate  el  día  libre,  Lisa  podrá  ocuparse  de  todo.  Y  además,  podremos  adelantar trabajo si yo te ayudo en la cocina.

—¿Tú? ¿En mi cocina?

—Claro  hija,  así  tendrás  tiempo  para  venir  de  compras  conmigo.  Ni  siquiera  tendrás  que  pagarme,  querida  —su  madre  sonrió—.  Y  también  tengo  otra  sorpresa  para tí —le puso el periódico delante—. Seguro que esto te alegrará.

La mirada de Paula se quedó clavada en un titular de la sección de sociedad: El Rey de las Costillas, Alfonso El Salvaje, se casará con la Reina de las Tartas de Dallas. Paula desvió  la  mirada  hacia  la  fotografía  que  ilustraba  la  noticia:  había  sido  tomada el día que había descubierto que su adorado Batman era el mismísimo Pedro Alfonso, el día que Pedro la había besado delante de las cámaras.

—Mamá —susurró  con  el  rostro  blanco  como  el  papel—,  creo  que  voy  a  vomitar.

—Esto  me  recuerda  a  los  viejos  tiempos  —comentó  Alejandra mientras  cortaba  unos mangos con la eficacia de un chef profesional.

Paula sonrió.  Tras  haber  pasado  el  domingo  aterrorizada  pensando  en  la  ayuda  que  pretendía  prestarle  su  madre,  al  final  se  había  rendido  a  lo  inevitable.  Si  Alejandra Chaves quería echarle una mano, lo único que podía hacer era tratarla como a cualquiera  de  los  demás  empleados  y  asignarle  algunas  tareas.  Ninguna  de  ellas  pesada, por supuesto. Había que cuidar su corazón.Sorprendentemente, su madre se mantuvo en todo momento concentrada en su trabajo.Que  era,  exactamente,  lo  que  Paula tenía  que  hacer.  Si  el  trabajo  había  funcionado con su madre, tendría que funcionar también con Pedro Alfonso.

Tras una ajetreada mañana de lunes, Paula se dirigió al primer restaurante de Pedro,  decidida  a  resistir  la  presión  de  sus  hormonas  y  a  encauzar  su  relación  con  él, definiéndola de una forma estrictamente profesional.

—¡Señorita Chaves! —coincidió con Diego en el vestíbulo—. ¿Qué la trae por aquí?

—Necesito hablar de algunas cuestiones con Pedro. ¿Está en su despacho?

—Me temo que no. ¿No tendrían una cita, verdad?

—No,  no.  Pero  se  me  ha  ocurrido  pasar  por  aquí  para  aclarar  algunos  detalles  sobre  nuestro  contrato.  ¿Dónde  está  entonces?  ¿Haciéndose  algunas  fotos  para  publicidad? ¿Rodando algún anuncio?

—No, no. Está en la cocina. Karina, nuestra experta en salsas, ha tenido gemelos y Pedro la  está  sustituyendo.  Este  es  el  restaurante  más  grande  de  la  cadena,  las  salsas  se hacen aquí y se mandan los otros locales.

No hay comentarios:

Publicar un comentario