lunes, 17 de febrero de 2020

Mi Bella Embustera: Capítulo 52

—El pobre necesita una casa en la que haya niños. Además, yo estoy siempre trabajando y él se queda solo todo el día. Está triste y seguro que aquí sería más feliz. Al fin y al cabo, esta era su casa.

Paula miró al perro.

—No sé si…

—No tienes que decidirlo ahora mismo. Piénsalo, solo es una idea. Siempre puedo llevarlo al rancho con mis hermanos. Mi hermana Luciana rescata perros y puede que le gustase vivir con otros de su especie.

—Yo nunca he tenido una mascota.

—¿En serio, nunca? ¿Ni siquiera de niña?

—No, nosotros… nunca estábamos mucho tiempo en ningún sitio. Mi padre murió y mi madre me llevaba de un sitio a otro, así que no podía tener mascotas.

A Pedro le pareció muy triste. ¿Qué clase de infancia era esa, yendo de un lado a otro? En realidad, él había sido afortunado, pensó. Sus padres habían creado un hogar maravilloso para todos ellos, con caballos, arte, música y toneladas de cariño. Tal vez esa era la razón por la que Paula se había mudado a Pine Gulch, para darle a Gabi el hogar estable que nunca había tenido.

—Bueno, piénsalo —le dijo—. Si decides que Gabi y tú podrías darle un hogar a Bobby, dímelo. Está bien entrenado y es obediente… casi siempre. Un poco perezoso, pero eso no es malo en un perro pequeño. No ladra mucho y, a pesar de no ser muy guapo, es increíblemente leal —Pedro hizo una pausa, pensativo—. Cuando encontré a tu abuelo, Bobby estaba tumbado a sus pies.

—¿Qué?

—No creo que se hubiera movido de su lado hasta que llegué yo porque en cuanto lo hice fue corriendo a la cocina a beber agua y no dejó una gota en el cuenco.

Paula miró al perro de nuevo, pero parecía indecisa.

—Ahora mismo estoy tan ocupada intentando educar a Gabi… ¿Lo entiendes?

—Sí, claro.

—Había pensado que tal vez podríamos tener un gato, pero un perro… no sé, no estoy segura.

—Tal vez cuando estén más asentadas. Dejaré la oferta sobre la mesa.

—Gracias.

Pedro se levantó y Grunt se levantó con él.

—Bueno, deberíamos irnos. Los dos tenemos que levantarnos temprano. Gracias por la sopa y las galletas.

—Es poca recompensa por todo lo que tú has hecho por nosotras desde que llegamos a Pine Gulch —Paula se quedó callada un segundo y luego le regaló una de esas sonrisas genuinas que siempre lo dejaban sin aliento.

—Tú has hecho que nos sintamos bienvenidas aquí.

—Espero que le des una oportunidad a Pine Gulch, Becca. Es un buen pueblo, incluso para una abogada.

Ella sacudió la cabeza, acariciando a Bobby mientras Pedro se ponía el impermeable.

—Tengo que decirte una cosa —dijo él entonces, tomando su mano—. Puedes tomártelo como quieras, pero es sincero. Espero que sepas que si tienes algún problema siempre puedes acudir a mí.

Paula parpadeó, sorprendida.

—Yo… gracias.

—Lo digo en serio.

Sabía que seguramente no podría borrar las ojeras o la perpetua tensión en sus facciones, pero al menos podía hacerle saber que estaba de su lado.

—Gracias —repitió ella.

Debería marcharse de allí, pensó Pedro. Y lo habría hecho, pero al ver que los ojos de Paula se habían llenado de lágrimas supo que estaba perdido. Con una sensación de inevitabilidad, soltó la correa de Bobby y abrió los brazos. Suspirando, ella se echó en ellos, tan suave, tan femenina, y él buscó sus labios con una pasión que ya no podía contener.

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