miércoles, 12 de febrero de 2020

Mi Bella Embustera: Capítulo 41

Los ojos de Paula se llenaron de lágrimas. Estaba tan cansada de llevar esa carga que le gustaría compartirla con alguien por un momento.

—Unos cuatro meses —admitió por fin.

—Pero se puede solucionar, ¿No? —preguntó Pedro, con un gesto de compasión que la hizo fruncir el ceño.

Allí ocurría algo raro. Su reacción le parecía desproporcionada.

—No veo cómo. Si tú tienes alguna idea, me gustaría escucharla.

—¿Una operación no serviría de nada?

Paula lo miró, desconcertada por completo.

—¿De qué operación estás hablando?

—De la operación de corazón de Gabriela —respondió Pedro.

Ella parpadeó varias veces, sintiendo como si estuviera en un universo alternativo.

—¿Gabi tiene un problema de corazón?

Él la miró como si creyera no haber oído bien.

—¿No lo tiene? —preguntó, dejándose caer en el sofá.

—No —respondió Becca, sentándose a su lado—. ¿Por qué crees que tiene un problema de corazón?

—No sé, tal vez porque este año en lugar de regalos de Navidad mi sobrina ha pedido dinero para dárselo a tu hija. Según ella, tú no tienes dinero para que la operen.

Paula apretó los labios. «Gabi, ¿Qué has hecho?».

—Imagino que ha habido algún malentendido. Gabi no tiene ningún problema de corazón, está perfectamente sana.

—¿Entonces por qué mi sobrina cree que lo tiene?

Porque Gabi había aprendido de su madre a mentir y a engañar; eso era lo único que Alejandra le había enseñado. Y no sabía si le daba más pena su hermana o sus víctimas.

—No puedo responder a eso —confesó—. Pero te prometo que voy a averiguarlo.

—Según Abril, otras cinco niñas también han renunciado a sus regalos de Navidad para darle el dinero a tu hija.

Paula cerró los ojos, intentando encontrar la forma de navegar por esas aguas tan turbulentas. Sentía que le ardía la cara y tenía ganas de vomitar. ¿Cuántas veces se había visto en esa situación, inventando cosas, teniendo que mentir por culpa de su madre? Creía que todo eso terminaría cuando pidió la emancipación a los dieciséis años… Esos primeros años habían sido terriblemente difíciles, pero la paz, la tranquilidad, su bien ganada seguridad, habían merecido todos los sacrificios. Hasta que Alejandra reapareció en su vida. De nuevo estaba en la misma situación y esta vez no podía apartarse de su hermana como lo había hecho de su madre.

—Gabi puede ser un poco… melodramática. Y también es dada a exagerar. Puede que empezase a contar una historia y se dejase llevar.

Pedro torció el gesto.

—Abril cree que está muriéndose.

«Maldita sea, Gabi». Tenían que vivir en Pine Gulch. Su hermana debía ir al colegio con esas niñas y ella tenía que trabajar en el Gulch, donde iba a encontrarse con los enfadados padres. Alejandra debería haberle enseñado una de las reglas fundamentales del arte de la estafa: «solo un pájaro enfermo defeca en su propio nido».

—No se está muriendo, te lo prometo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario