viernes, 21 de febrero de 2020

Mi Bella Embustera: Capítulo 61

Veinticuatro horas después de que Alejandra apareciese en el pueblo, Paula sabía con toda certeza que estaba tramando algo. Hablaba constantemente por el móvil e insistía en hacerlo en su habitación, entre las cajas, para que no la oyesen. Además, se mostraba inquieta y parecía vigilar a Gabi. Paula la encontró varias veces mirando a su hermana con una expresión que la preocupaba. Y si la pillaba mirándola, Alejandra esbozaba una sonrisa que no engañaba a ninguna de las dos.

Paula nunca había estado tan nerviosa. Se sentía atrapada y le gustaría pedirle a su madre que no le estropease las navidades a Gabi, pero sin tener la custodia legal de la niña, Alejandra podría llevársela en cualquier momento y ella no podría hacer nada. Tan angustiada se sentía que estuvo a punto de llamar al restaurante para decir que no se encontraba bien, pero eso no era justo para Luis y Diana, que tan bien se habían portado con ella. Además, el restaurante estaría lleno de gente y no podía dejarlos en la estacada. Tenía que confiar en que Alejandra no hiciese ninguna tontería, aunque había pocas probabilidades de que así fuera, pero cuando volvió del Gulch y detuvo el coche tras el deportivo rojo de su madre, Paula dejó escapar un suspiro de alivio. Al menos, su repentina aparición le había hecho ver cuánto quería a su hermana. No sabía cuándo había ocurrido, pero ya no consideraba a Gabi una carga. La quería y deseaba vivir con ella para darle una infancia normal. Una niña de nueve años debería ir a fiestas de cumpleaños y a clases de ballet, no tomar parte en las estafas de su madre.

Si Alejandra se la llevaba, ella sabía qué destino le esperaría: más mentiras, más estafas, más manipulaciones. Gabi tendría que tomar parte en los engaños de su madre, quisiera o no, y Paula no iba a permitirlo. Había dado su palabra y haría lo que tuviera que hacer para cumplir su promesa. Esa tarde y esa noche fueron tan incómodos como el día anterior. Aunque ella hizo lo que pudo para mantener a Gabi ocupada en la cocina, la niña parecía preocupada mientras hacían caramelos caseros que pensaba regalar a los Archuleta y a los clientes del Gulch al día siguiente, el día de Nochebuena. Alejandra logró llevarse a Gabi aparte para hablar con ella a solas y la niña volvió muy seria a la cocina, pero se negaba a contarle de qué se trataba. Cuando terminaron de envolver los caramelos, por fin le dijo que estaba cansada y que se iba a su habitación. Y, aunque era temprano, Paula no la detuvo.

—Bueno, yo tengo que hacer unas llamadas —Alejandra se apartó de la mesa para dirigirse a la escalera.

—Antes de irte, tengo que hablar contigo —la detuvo Paula, con voz firme.

Su madre la miró, desconcertada por el tono.

—¿Te importa si me como un caramelo mientras me echas el sermón?

—No voy a echarte un sermón porque sé que no serviría de nada —respondió Paula. En realidad, lo que le gustaría sería estrangularla, pero no iba a hacerlo—. Quiero que me digas la verdad: ¿Qué planeas hacer con Gabi?

No hay comentarios:

Publicar un comentario