lunes, 24 de febrero de 2020

Mi Bella Embustera: Capítulo 67

Pero no se le escapaba la ironía; estaba enamorado de una mujer que podría ser la hija de alguien involucrado en un crimen tan horrible. No se preocuparía de eso en aquel momento, pensó. Lo haría más adelante, cuando hubiese conocido a la mujer y pudiera estudiar bien la situación.

—Tengo que irme —susurró Paula—. No puedo quedarme aquí un segundo más. Gabi me ha dicho que Alejandra estaba haciendo sus maletas.

—Muy bien, ponte el abrigo —dijo Pedro—. Nos vamos.

Ella lo miró, sorprendida, como si no creyera que fuese a ayudarla. Y eso sirvió para reforzar su impresión de que había poca gente con la que pudiese contar en su vida.

—Tengo que decírselo a Diana.

—Lo he oído, cariño —dijo la mujer, que estaba a unos metros de ellos.

—¿Lo has oído todo? —le preguntó Paula, preocupada.

—Haz lo que tengas que hacer para proteger a la niña. No te preocupes, yo puedo arreglármelas aquí.

Con los ojos empañados, Paula abrazó a su jefa antes de ir a buscar su abrigo.

—Lo digo en serio, Pedro —añadió Diana cuando Paula se alejó—. Hagan lo que tengan que hacer. Paula quiere a esa niña, sea su hija o no. Y tengo la impresión de que la madre es una buena pieza.

—Sí, yo también.

—Déjale bien claro que en Pine Gulch cuidamos unos de otros.

Pedro suspiró. Haría lo que pudiera, desde luego, pero si Alejandra era la madre de Gabi, sus opciones eran muy limitadas. Iba a ayudarla.

Paula no podía creer que no fuese a llevarla a la comisaría para acusarla de obstrucción a la justicia o algo parecido. A su lado en el coche patrulla, Pedro miraba la carretera y los copos de nieve que caían sobre el parabrisas. Estaba muy serio y tenía un aspecto peligroso con la mandíbula tensa, como si estuviera apretando los dientes. Definitivamente, un hombre al que no querría tener como enemigo. Por un momento, casi sintió pena por Alejandra por no saber la que iba a caerle encima en unos minutos. Sí, se alegraba mucho de tener a Pedro Alfonso de su lado. Claro que estaba de su lado, pensó. Lo había estado desde el principio. Y ella había sido una tonta por no confiar en él. En general, quería creer que su tumultuosa infancia no había dejado huellas, pero de vez en cuando veía con claridad que no era así. Le resultaba tan difícil confiar en la gente… Llevaba tanto tiempo sola, incluso antes de romper toda relación con Alejandra, que le costaba mucho darle a los demás la oportunidad de hacerse un sitio en su vida. No había esperado sentir tal alivio al saber que había alguien de su lado, ayudándola a luchar contra aquel dragón. Por impulso, Paula tocó su brazo, sintiendo el calor de su cuerpo a través del impermeable.

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