lunes, 24 de febrero de 2020

Mi Bella Embustera: Capítulo 69

Pedro asintió, como si la entendiera y simpatizara con ella. Por un momento, Paula sintió miedo. ¿Y si creía las mentiras de Alejandra? Su madre era una estafadora extraordinaria. No, debía controlar el pánico. Pedro la conocía, eran amigos y posiblemente algo más. Nunca creería que había secuestrado a Gabi por venganza. Tenía que confiar en él.

—¿Por qué no entramos en casa para hablar tranquilamente? Aquí hace mucho frío —dijo Pedro, con aparente tranquilidad—. ¿Dónde está Gabi?

—Dentro, guardando sus cosas. Está deseando marcharse de aquí.

Paula miró a su madre, sorprendida por una mentira que sería ridículamente fácil de desmontar en cuanto hablasen con la niña. No era un error que Alejandra cometería… a menos que estuviera completamente segura de que Gabi iba a apoyar su coartada. Pero no lo haría, ¿Verdad? Gabi la había llamado para advertirle que su madre quería llevársela de allí. Incluso le había suplicado que fuese a buscarla. Cuando entraron en la casa, la niña estaba sentada en el suelo, mirando las luces del árbol de Navidad. Y parecía asustada. Paula se acercó de inmediato para darle un abrazo y, por suerte, en esa ocasión Gabi no se resistió. Al contrario, le echó los brazos al cuello.

—A mí no me parece que esté deseando marcharse — comentó Pedro.

En los ojos de Alejandra apareció un brillo de furia, pero mantuvo el papel de damisela en apuros.

—Díselo al agente, Gabriela. Dile que Paula te secuestró y que no he podido encontrarte hasta ahora. Te trajo aquí contra tu voluntad y lo has pasado mal desde entonces. Me llamaste al móvil para suplicarme que viniera a buscarte… díselo.

Gabi se levantó, sin mirarla. Sin mirar a nadie.

—Sí, es verdad que la llamé.

A Paula se le encogió el corazón. ¿Qué podría haber dicho Alejandra para asustarla tanto? ¿Aparte del cariño de una hija por su madre, qué podía atar a Gabi a una persona así? «Pobrecita». La expresión de Trace no revelaba sus pensamientos y Paula se asustó de nuevo. ¿Con la corroboración de Gabi creería que se había llevado a su hermana sin permiso de Alejandra?

—Gabi, esto es importante —empezó a decir—. Necesito que me digas la verdad. ¿Quieres irte con tu madre?

La niña miró el árbol de Navidad y luego a Alejandra, evitando a Paula antes de asentir con la cabeza.

—Gabi…

Alejandra debía haberla convencido de algún modo, pensó. Tal vez con amenazas. Recordaba el miedo que había notado en la voz de su hermana cuando la llamó al móvil. «No quiero irme, Paula. Me gusta estar aquí, contigo». Alejandra sonrió, triunfante, mientras Gabi parecía cada vez más asustada.

—¿Lo ve? Ya se lo había dicho —le espetó, con una sonrisa irónica—. La pobre lo ha pasado fatal aquí. Ha sido una pesadilla para ella y está deseando marcharse —añadió, volviéndose hacia Puala—. Espero que te avergüences de tí misma, Paula. Intentar alejar a una niña de su madre… no puedo imaginar cómo te has vuelto tan cruel. Yo no te eduqué para que fueras así. Y ahora, si no le importa mover el coche, agente…

—Sheriff Alfonso.

—Si no le importa mover el coche, sheriff, tenemos que irnos. Nos espera un viaje muy largo, imagino que lo entenderá.

—Sí, creo que lo entiendo perfectamente —Pedro sonrió y Paula volvió a sentir un escalofrío—. Pero me temo que no puedo dejarla ir todavía.

—¿Por qué no?

—Antes necesito hacer unas llamadas. Imagino que lo entenderá, es el procedimiento habitual.

La máscara de Alejandra empezaba a romperse.

—No, no lo entiendo. ¿A quién tiene que llamar?

—Aún no me ha explicado por qué abandonó a Gabi en Arizona.

—¿Abandonarla? Yo no abandoné a nadie. Ella se marchó de Phoenix sin decirme nada.

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