lunes, 24 de febrero de 2020

Mi Bella Embustera: Capítulo 66

—Ayúdame a entenderlo, Paula. ¿Qué hay de malo en que una madre quiera estar con su hija?

Ella suspiró, angustiada.

—Mi madre es una estafadora profesional y no tiene el menor interés en Gabi, solo quiere utilizarla como cebo para sus estafas.

—¿Qué?

—Lleva toda su vida engañando a la gente y utilizando a todos los que están a su alrededor para vivir del cuento. Yo tuve que emanciparme a los dieciséis años porque no podía soportarlo más —Becca tragó saliva—. Ni siquiera sabía de la existencia de Gabi hasta hace unos meses, cuando aparecieron en mi casa.

—¿No conocías a Gabi hasta hace unos meses? —Pedro empezaba a ver que aquello era más complicado de lo que había creído.

—No, no la conocía. Y como yo no quería saber nada de Alejandra, la pobre Gabi ha pasado nueve años viviendo con ella. De haberlo sabido, tal vez hubiera podido ayudarla —Paula suspiró de nuevo—. Pero ahora estoy aquí y le he prometido que no dejaría que se la llevase. Por favor, tienes que ayudarme.

Pedro no sabía cómo iba a hacerlo, pero no se lo dijo.

—¿Puedes demostrar que tu madre está intentando cometer un delito en Pine Gulch?

—No, sé que aquí no haría nada —Paula frunció el ceño—. Me dijo que había estado involucrada en algo hace años y que había aprendido la lección. Pero tenemos que darnos prisa, Pedro —le dijo, mirando su reloj—. Podría marcharse ahora mismo. Por favor, tienes que ayudarme a detenerla.

Pedro nunca se había sentido más impotente.

—Sin pruebas de que haya cometido un delito, no puedo evitar que se marche, Paula. Ojalá fuera tan sencillo.

—¿Entonces no vas a ayudarme? Alejandra va a destruir la infancia de Gabi como hizo con la mía…

—¿Con la tuya?

En un segundo, muchas cosas sobre Paula Chaves habían quedado claras para él. Era una mujer con muchas capas, compleja y misteriosa. Un reto que cada día le parecía más intrigante. Pero sobre todo era una mujer que intentaba hacer lo que creía su deber para con Gabi y juró que haría todo lo que estuviera en su mano para ayudarla.

—Puedo demorar su partida —dijo por fin.

—Solo te pido eso.

—Tal vez podría llevarla a la comisaría para hacerle unas cuantas preguntas. Tenemos varios casos pendientes en Pine Gulch…. ¿Dices que estuvo involucrada en algo hace unos años?

—Eso me contó, pero no sé nada más. Solo que al final se marchó del pueblo porque los tipos con los que trabajaba utilizaron la violencia. Mi madre es inmoral, pero odia la violencia. Dice que es innecesaria y desagradable.

Pedro frunció el ceño, sintiendo que se le encogía el estómago.

—¿Cuándo ocurrió eso?

—No lo sé, no me lo dijo —respondió Paula—. No he sabido nada de ella en los últimos doce años… pero me contó que entonces estaba embarazada de Gabi, de modo que debió ser hace ocho o nueve años. Su trabajo era «echar una ojeada», según ella.

¿Sería posible que la madre de Paula hubiera tenido algo que ver con el asesinato de sus padres?, se preguntó Pedro. Las autoridades locales siempre habían estado convencidas de que había más gente involucrada y no solo los dos hombres que Luciana había visto disparar a sus padres y la mujer que lo había distraído a él para que no volviese al rancho esa noche. Pedro sintió un cosquilleo de anticipación ante la posibilidad de reabrir el caso y encontrar a todos los responsables del asesinato de sus padres.

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