lunes, 16 de julio de 2018

Cambiaste Mi Vida: Capítulo 58

—Por nuestra amistad —brindó ella. Era lo único que se mantenía firme en su vida y que la permitía seguir adelante, a pesar de su maltrecho corazón. El tiempo curaba todas las heridas, se dijo Paula. Prefirió no pensar en cuánto tiempo necesitaría para que aquella herida en concreto dejase de sangrar—. Tengo que irme. He quedado con un periodista del Gold Coast Herald para hablar de mi nuevo libro — añadió súbitamente después de mirar el reloj.

—Asegúrate de mencionar que tu amiga tiene la mejor biblioteca de material fotográfico. Yo sí quiero aprovechar el tirón de tu fama, aunque tú no puedas.

—Lo intentaré —sonrió Paula.

Hizo mucho más que eso. Durante la entrevista, Paula convenció al periodista para que entrevistara a Karen, para que ésta pudiera promocionar su biblioteca. Era una pequeña recompensa por el apoyo que su amiga le llevaba dando durante muchos años.

Dos días después, Karen la llamó para darle las gracias y luego, casualmente, comentó:

—Me voy a acercar esta tarde a ver a Marcelo. Va a comprarse una cámara de fotos y quiere que le aconseje. ¿Por qué no te animas y nos vemos un rato?

—No lo creo —respondió Paula tras aferrarse a la mesa sobre la que descansaba el teléfono—. Tengo que trabajar en el libro.

—Pedro no estará —le informó Karen después de una breve pausa—. Marcelo me ha dicho que está en Brisbane en viaje de negocios.

Aun así, la idea de volver a Hilltop era demasiado para Paula. Pedro estaría allí aunque su cuerpo estuviese en otra parte. Su presencia invadía todos los rincones de su vida, así que, ¿cómo iba a olvidarse de él si no dejaba de echar la vista atrás? Con todo, la invitación resultaba de lo más tentadora. Hilltop: allí se habían besado bajo el árbol preferido de Pedro y allí habían hecho el amor con arte consumado.

—No —dijo sin ser consciente de que hablaba en alto.

Se negaba a convertir sus recuerdos en la burbuja de un paraíso perdido. Había tomado una decisión y tenía que seguir adelante con ella.

—Está bien —repuso Karen extrañada por tan contundente respuesta.

—Perdona, no quería ser brusca. Supongo que aún estoy un poco sensible con lo que respecta a Pedro—se disculpó.

—Yo diría que muy sensible —matizó Karen entre risas—. ¿Seguro que estás bien, Paula? ¿Puedo hacer algo por tí?

—Estoy perfectamente y no puedes hacer nada... salvo ir a ver a Marcelo y hablar de fotografía —afirmó Paula con voz cálida—. No sabía que se hubiera aficionado.

—Digamos que está aprendiendo —replicó Karen con cierto misterio.

Charlaron un rato más sobre naderías y luego colgaron.

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