lunes, 9 de julio de 2018

Cambiaste Mi Vida: Capítulo 41

—Me alegra que digas eso, porque mi novio Kevin tiene amigos bien situados donde trabajabas. Corre el rumor de que tu antiguo compañero, Marcos Nero, tiene los días contados en De costa a costa. Desde que te fuiste, el programa ha perdido su chispa... y no te lo digo porque seas mi amiga. Es la pura verdad. Así que, si no tienes pensado morirte de amor, quizá puedas recuperar tu puesto.

Paula miró a su amiga sorprendida. Desde que había empezado a trabajar con Pedro, no había dedicado ni un segundo de su tiempo a pensar en su programa y, sin embargo, hasta hacía un mes, convertirse en la presentadora fija de éste había sido su máxima aspiración. ¿Qué le había ocurrido? Pedro era lo que le había ocurrido, se dijo. Sin echarle peroratas, él le había demostrado lo vacuo que era perseguir una ambición a ciegas. Triunfar para satisfacer a sus padres o estar a la altura de sus hermanas ya no era suficiente para ella. Tenía que encontrar sus propios objetivos y emprender el camino para alcanzarlos.

—¿Qué harás si te ofrecen el puesto de presentadora? —Karen rompió el
silencio.

—Lo más probable es que lo rechace.

—¿Para qué? —preguntó Karen asombrada.

—Para escribir —contestó Sarah después de una breve pausa, consciente de que llevaba alimentando esa idea desde hacía tiempo—. Lo he pasado muy bien trabajando en la biografía de Pedro y me gustaría escribir yo misma un libro; tal vez una novela relacionada con el mundo de la televisión.

—Se dice que hay que escribir de lo que uno sabe —Karen sonrió perversamente—. Tú podrías hacer un buen repaso de este mundillo.

—No sé si un repaso, pero quizá sí deje caer alguna indirecta que otra — comentó Paula, cada segundo más ilusionada con aquel proyecto—. Seguro que más de uno adivinará en quién estarán basados mis personajes.

—¡Adelante, Pau! —exclamó Karen, alzando un vaso de agua a modo de brindis—. Ya verás lo rápido que recuperas a tu automovilista, en cuanto se dé cuenta de la mujer a la que ha dejado escapar.

Pero Karen se equivocaba. La fama que pudiera obtener con las ventas de su libro, no ayudarían a que Luke regresara; antes bien, contribuirían a distanciarlo todavía más. Después de su trágica experiencia con los medios de comunicación, Pedro nunca podría interesarse por una mujer famosa. Él pensaba que las personas eran como eran y que contra la naturaleza no se podía luchar. Y tal vez tuviera razón. Pensar en escribir un best-seller no la alejaría del centro de atención. ¿Tendría razón cuando afirmaba que ella era incapaz de vivir en la sombra? Dado que él no parecía dispuesto a darle la oportunidad de comprobarlo, no podría descubrir si tenía razón.

Los siguientes días, sin duda, Paula no estuvo a la sombra ni mucho menos. A medida que la noche de la gala se aproximaba, mayor era el número de entrevistas que tenía que atender. Seguro que sus padres estaban gozando al saberla allí, el centro de todas las miradas. Conseguir entradas para la ceremonia era todo un privilegio, pero eso no impidió que les consiguiera dos buenos asientos a sus progenitores, detalle que había despertado muchas simpatías entre el público. Aquello la habría agradado sobremanera antes, pero ya no le concedía tanta importancia a lo que los demás pensaran de ella. Ni siquiera la emocionó la llamada de su hermana Isabel, que telefoneaba desde Canberra para cotillear sobre los nominados. Habría preferido mantener una conversación sincera entre hermanas que sirviera para unir los vínculos entre ambas. ¿Qué diría su familia cuando se enterara de que tenía intención de abandonar el estrellato para dedicarse a una incierta carrera como novelista? Le gustaba pensar que le darían todo su apoyo, pero, sea como fuere, nada cambiaría su decisión.

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