miércoles, 11 de julio de 2018

Cambiaste Mi Vida: Capítulo 50

La calidez de su sonrisa inundó el pecho de Paula, lo cual le insufló fuerza suficiente para empezar a moverse en medio de aquel caos, para intentar localizar si habían robado algo. Todo estaba tan mangas por hombro que tendrían que pasar muchas horas antes de que terminaran con la inspección.

—¿No es usted Paula Chaves? —le preguntó un policía que se había unido a ellos y estaba ayudándolos a poner algo de orden.

—He estado trabajando aquí hasta hace unos días en un libro del señor Alfonso—explicó ella después de asentir con la cabeza.

—La he visto esta noche en la televisión. Ví la mayoría de la gala antes de empezar mi turno —sonrió el agente.

—Estábamos los dos en el banquete que sucedió a la gala cuando Pedro se enteró de... esto —comentó Paula en un intento de que la conversación no derivara hacia el terreno personal.

—¿Me puede firmar un autógrafo para mi hija? —insistió el policía, ofreciéndole un cuaderno.

Paula notó la mirada que Pedro le lanzó mientras ella garabateaba su nombre de mala gana. ¡No pensaría él que ella se alegraba de aquello en un momento así!, ¿No?

—Será mejor que sigamos organizando este desastre —afirmó después de devolverle el cuaderno al agente.

—Lleva un vestido precioso —prosiguió éste—. ¿Se puso nerviosa durante la gala? Parecía estar muy relajada.

Antes de que pudiera responder, la inspectora llamó al agente desde otra habitación.

—¡Menuda alegría se va a llevar mi hija cuando le diga que la he conocido! —se despidió el policía—. Se pondrá loca de contenta con su autógrafo.

Pedro, en cambio, no estaba en absoluto loco de contento, notó Paula.

—Cuando hayas terminado de atender a tus admiradores, ¿te importa echar un vistazo a estas carpetas? —le preguntó con frialdad—. Me parece que no están todas.

—Yo no tengo la culpa de que el policía me atosigara —señaló Paula, dolida por el distanciamiento de Pedro—. Intenté que se concentrara en su trabajo.

—No tienes por qué disculparte. Te comprendo —le aseguró a modo de disculpa—. Probablemente seas la primera persona famosa a la que conoce ese agente.

De alguna manera, le costó más encajar aquel comentario tolerante que el tono reprobatorio anterior, pues era aquél una muestra más de sus convicciones, de que ambos pertenecían a mundos distintos.

Por suerte, no hubo más percances de ese estilo y el resto de la investigación no se prolongó demasiado. Marcelo había puesto en fuga a los ladrones antes de que éstos tuvieran tiempo de destrozar más que el despacho. Si no hubiera apagado el arbusto en llamas rápidamente, si hubiera tardado un poco más en regresar, los desarreglos habrían sido mucho más graves.

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