viernes, 6 de julio de 2018

Cambiaste Mi Vida: Capítulo 39

—¿Qué sentido tiene eso? —preguntó visiblemente desconcertado.

—Creo que lo sabes, pero si te da miedo...

Antes de que pudiera terminar la frase, Paula se vió envuelta en un abrazo de acero que le robó todo el aire de su cuerpo. A pesar de que Pedro no perdió el control de su pasión, tomó su boca  con una fiereza que la hizo enloquecer. Ella, a pesar de que apenas podía razonar, entendió que Pedro quería excitarla; demostrarle que lo que habían compartido era solamente una atracción química. Y estaba peligrosamente a punto de conseguir convencerla. Al tiempo que la lengua de él investigaba por su boca, sus cuerpos se apretaron hasta que Paula pudo notar cada centímetro y cada músculo del cuerpo de Pedro. También sus pechos habían reaccionado a la proximidad que estaban compartiendo y toda ella se sentía en la gloria fundida en aquel abrazo. Se vió superada por la necesidad de estar junto a Pedro, a pesar de saber que no había ningún futuro posible entre ellos mientras él insistiera tan noblemente en dejarla marchar. Paula rechazó aquel gesto de nobleza que la estaba privando... de aquello, y siguió besándolo con toda la fuerza de sus frustraciones, sus anhelos y esperanzas.

Se dió cuenta de que Pedro también se resistía a terminar con aquel beso. Sin embargo, cuando por fin lo logró, no parecía nada perturbado. Paula lo miró durante unos segundos y vio que sus ojos estaban llenos de tristeza, la cual le desgarró el corazón.

—¿Era esto lo que querías? —preguntó Pedro segundos después, tras recuperar su máscara insensible.

Lo que ella quería era tener alguna esperanza de que podrían solucionar aquel escollo y labrarse un futuro en común que le hiciera olvidar su trágico pasado.

—No era lo que quería —respondió Paula—. Pero tendré que conformarme, porque nunca sucederá nada más entre nosotros, ¿no es cierto?

Y sin esperar a que respondiera, se marchó disimulando sus frágiles sentimientos, valiéndose de su experiencia ante las cámaras. Ella jamás había pensado en rogarle a un hombre por su amor, pero en esa ocasión había estado a punto de hacerlo. Había hecho bien en desaparecer. Cuanto antes diera por concluida su relación con Pedro, antes podría seguir adelante con el resto de su vida.


Aunque durante la grabación de algunos reportajes para De costa a costa se había ausentado durante más tiempo, se le hacía raro volver a vivir en su departamento. No se trataba del número de días, sino de la intensidad de la convivencia con Pedro lo que la hacía sentirse una extraña en su propia casa. Por suerte, estaba muy ocupada con los preparativos de la gala de premios y, de no ser por las noches interminables, casi podría haberse convencido de que no lo  estaba echando de menos.

—¿Has tenido noticias de él? —le preguntó Karen después de presentarse por sorpresa en su casa en uno de sus pocos momentos de descanso.

Había llevado una ensalada y unos muslos de pollo, pues, si no, la comida de Paula se habría limitado a un simple yogur. Se sentó desfallecida sobre una silla. Le agradecía a Karen que se preocupara por ella, pero hacía ya varios días que había perdido el apetito.

—No me ha llamado ni creo que vaya a hacerlo —afirmó tajantemente.

—¿Y tú?, ¿has intentado llamarlo tú? —insistió Karen.

—Sí. Quería saber... qué tal le iba con el libro —respondió, presentándole a su amiga la misma excusa que se había dado a sí misma.

Pero o bien Pedro no había estado en casa, o bien le había pedido a Marcelo que no le pasara ninguna llamada suya, pues no había conseguido ponerse en contacto con él.

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