lunes, 9 de julio de 2018

Cambiaste Mi Vida: Capítulo 43

Cada vez que Paula necesitaba recargar su adrenalina, echaba un vistazo a Pedro y sus bríos se renovaban automáticamente. Sabiendo el mal trago que debía estar él pasando, le sorprendía la serenidad con la que sobrellevaba las atenciones que los periodistas y cámaras le estaban dedicando.

A pesar del tiempo que había pasado recluido en su casa de Hilltop, lo habían reconocido al instante y había recibido la ovación de todo el público al aparecer del brazo de Paula. Por su parte, un técnico había improvisado un subtítulo con el nombre de Pedro Alfonso para que apareciera en la parte inferior de los televisores. El anonimato que tanto valoraba Pedro, empezaba a formar parte del pasado. No parecía contrariado, aunque Paula intuía que su calma se debía a una interpretación para no perjudicarla. En parte le dolía que él estuviera sufriendo por su culpa; pero no podía arrepentirse de que él se hallase entre los asistentes. Sin duda, su presencia era el colofón a aquella noche tan maravillosa para ella. Se le ocurrió que tal vez habría aceptado su invitación para realzar la apagada imagen de Paula en los últimos tiempos. ¿Por qué otro motivo, si no, estaba Pedro haciendo frente a aquella odisea? El hecho de pensar que tal vez fuera ése el último regalo que Pedro le haría estuvo a punto de privarla de la debida compostura. Necesitó echar mano de todo su sentido de la profesionalidad para que aquella sombra que acababa de cernerse sobre su corazón no la afectara durante el resto de la gala. Cuando ésta finalizó y Paula salió a preguntar qué les había parecido a los invitados, todo fueron felicitaciones. Ya sólo tenía que superar el trago del banquete.

—Has estado magnífica. ¡Enhorabuena! —le dijo Pedro cuando Sarah se acercó a la mesa que ya ocupaba él.

—Gracias —respondió fingiendo una sonrisa, sin sentarse en la silla que Pedro acababa de correr para ella—. Voy a salir un momento a la terraza a tomar algo el fresco —añadió. Cualquier cosa antes que sentarse a su lado, sabiendo que sería la última vez.

—Voy contigo.

Avanzaron lentamente entre las felicitaciones que le llegaban de una y otra mesa, las cuales, por suerte, impidieron que se quedaran a solas. Y cuando, inaplazablemente, ganaron la terraza, Paula se dió cuenta de que no eran los únicos que habían salido a refrescarse. Por ejemplo, allí estaba la productora de De costa a costa, Diana Blake, con un hombre.

—¡Cariño, has estado sensacional esta noche! —exclamó Diana encendida al ver a Paula.

—¿No ha venido Marcos contigo? —preguntó después de no recibir los besos que Diana había dado al aire.

—Todavía no es oficial, pero el de esta noche ha sido su último programa — respondió Diana.

Gracias a Karen, Paula sabía que la audiencia de De costa a costa había bajado desde su marcha; pero la rotundidad de los hechos, la afirmación de Diana, le sorprendió por demás. Notó que Pedro le apretaba el brazo, en un gesto con el que quería decirle que jugara bien sus cartas y el puesto de presentadora sería suyo.

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