lunes, 9 de julio de 2018

Cambiaste Mi Vida: Capítulo 45

El corazón se le disparó al imaginar a Pedro poseyéndola, amoldando las pasiones de ambos, los dos recorriéndose caricia a caricia. La respiración se le entrecortó y sintió que una ola de calor la azotó de los pies a la cabeza. Quienquiera que fuera el que había afirmado que para vencer la tentación lo mejor era entregarse a ésta, pensó Paula, debía haber añadido «una y otra vez». No le cabía la menor duda de que un solo encuentro con Pedro le resultaría insuficiente... de que nunca tendría bastante.

—Entremos —dijo Paula, acallando el grito de protesta, deseo y frustración que emitía su corazón—. Voy a presentarte a mis padres.

Al igual que Diana, los padres de Paula quedaron cautivados por el natural buen talante de Pedro. Cuando habló con la madre de Paula, mostró gran interés por los quehaceres de sus hijas, y con el padre intercambió puntos de vista sobre el peso que los medios de comunicación tenían en la sociedad. Con todo, ella no tenía la impresión de que Pedro estuviera siendo falso. No sabía fundamentar tal impresión, pero conocía bien el mundillo de la televisión, en el que el intercambio de halagos no sinceros era de lo más habitual. El interés de Pedro era demasiado genuino para ser falso. Estaba disfrutando intercambiando reveses dialécticos con el padre de Paula y ésta, por su parte, estaba descubriendo que sus padres eran personas interesantes con las que se podía conversar.

—Quiero que sepas que estamos muy orgullosos de tí, Pau—le dijo su madre haciendo un aparte.

—¿Por lo de esta noche?

—Por todos tus logros. Fíjate la opinión tan buena que tienen todos de tí. A veces me gustaría... —se tragó lo que iba a decir.

—Adelante —la presionó Paula con curiosidad.

—Me gustaría que tus hermanas se parecieran un poco más a tí —confesó la madre—. Delfina es muy inconstante e Isabel cambia de opiniones según el viento político que sople. Pero tú siempre has tenido claro lo que querías y has luchado por conseguirlo.


—Te quiero, mamá —dijo Paula hondamente emocionada, sonriente, sorprendida, mientras se abalanzaba para darle un abrazo a su madre.



Ya tendría tiempo de pensar sobre aquella noticia, que, por el momento, le había dado una gran alegría. Al final resultaba que no era la oveja negra de la familia. Sin que ésta lo supiera, el voto de confianza que su madre acababa de darle había fortalecido los planes de Paula para el futuro. Sus padres estarían orgullosos de ella hiciera lo que hiciera.

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