lunes, 27 de febrero de 2023

Venganza. Capítulo 71

La abrazó, hundió el rostro en su pelo mojado y aspiró su delicioso olor.


–Te quiero, Paula. Lo creas o no, lo quieras o no. Y si eso me convierte en un loco… Pues será que estoy loco.


–¡Oh, Pedro!


–Y quiero casarme contigo más que nada en este mundo.


Pedro apoyó una rodilla en el suelo y tomó sus manos.


–Paula Chaves, ¿Me harás el honor de convertirte en mi esposa?


Ella lo miró con los ojos llenos de lágrimas y amor. A lo lejos el Big Ben dió la hora. Pedro contó tres, cuatro, cinco agónicas campanadas antes de que Paula respondiese por fin.


–Sí, Paula Chaves, mi respuesta es sí. ¡Quiero casarme contigo!


Él sintió alivio, emoción y un amor infinito. Se puso en pie y la abrazó. Dejaron de oír el Big Ben mientras cerraban los ojos y sus labios se unían en el beso más tierno y maravilloso que habían compartido.


–¿Te parece que estoy bien?


Paula se plantó delante de Pedro con una de sus camisas puestas encima del vestido, con un nudo en la cintura y las mangas subidas.


–No quiero volver con pinta de haber pasado la noche fuera de casa.


–Pero si eso es exactamente lo que has hecho –respondió él, abrazándola por la cintura–. Y estás muy sexy.


Al acercarse más, Paula notó su erección.


–¿Y si llamamos a Florencia y le pedimos que cuide de Olivia otra hora más? –añadió Pedro.


–¡No! –ella se rió, empujándolo.


Había pasado la noche en el hotel de Pedro y a ambos les había costado mucho esfuerzo levantarse, ducharse y vestirse. Tras aquella noche de pasión, tan intensa emocionalmente, parecía mentira que todavía tuviesen ganas de más, pero las tenían. Las tendrían siempre.


–No podemos abusar más de Florencia –le dijo Paula, dándole un beso rápido–. Además, Olivia nos estará esperando. ¡Estoy deseando contarle que vamos a casarnos!


–¿Piensas que se alegrará?


–¡Se va a volver loca! Olivia te adora, Pedro, lo mismo que su madre.


–¿Qué he hecho yo para merecerlas? –preguntó él, poniéndose serio de repente–. He sido un idiota, Paula, por no permitirme amarte y por confundir mis sentimientos con ira y sed de venganza, cuando en realidad siempre he estado enamorado de tí.


–Tenías derecho a estar furioso después de lo que mi padre te hizo. Y de lo que hice yo.


–Tú no, Paula. Tú no tuviste ninguna culpa. Yo pensé que había sido así porque no me podía creer que hubieses venido a buscarme aquella noche solo porque me deseabas.


–No solo porque te deseaba, sino porque te quería ya por entonces, pero no podía decírtelo. El orgullo no me permitía contarte la verdad.


–Pues a mí me encanta tu orgullo. Y tu sonrisa, tu ceño fruncido, tu temperamento y tu enorme corazón. En especial, tu corazón –le dijo él, sonriendo de medio lado–. Aunque eso signifique tener que volver a contratar a empleados que había despedido.


Paula sonrió.


–Gracias por eso. Estoy segura de que Javier y Gustavo han aprendido la lección, y tú mismo dijiste que eran buenos en su trabajo. Fue solo una tontería, y lo sabes.


–Es cierto.


Por un segundo, se miraron a los ojos en silencio. Entonces, Paula se mordió el labio inferior.


–Venga… Suéltalo –la alentó Pedro–. ¿Qué es lo que te preocupa?


–Estaba pensando en mi padre… Supongo que todavía quieres sacar a la luz lo que hizo.


–No, ya no, sabiendo lo mucho que eso te afectaría. Vamos a dejar el pasado atrás. A mí ya no me importa. Lo único que me importa ahora mismo es el futuro, contigo y con Olivia. El futuro más maravilloso que jamás me habría podido imaginar.


–Voy a ser yo misma la que vaya a la policía –decidió Paula–. Quiero liberarme del peso de todo lo que hizo mi padre.


Pedro le dió un beso.


–Eres extraordinariamente valiente, Paula. Lo sabes,¿Verdad?


–No soy valiente. Solo hago lo que tengo que hacer.


–En ese caso, estaré a tu lado para apoyarte. El mundo será nuestro. Nuestro… Y de Olivia. Es todo lo que podría desear y pedir. Salvo, tal vez…


–Sí, dime.


–Tal vez un hermanito o hermanita para Olivia. O las dos cosas. O un par de cada… De hecho, podríamos empezar ahora mismo.


Ella se echó a reír.


–Te quiero, Pedro. Te quiero mucho.


–Y yo a tí, Paula, más de lo que soy capaz de expresar con palabras. Y estoy deseando pasar el resto de mi vida contigo.


–Y yo contigo, Pedro –susurró ella contra sus labios.









FIN

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